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Mostrando entradas de marzo, 2010

Un par de tonterías

Qué tontería de librito me estoy leyendo. Qué tontería y qué asombroso cómo me está afectando. El día menos pensado lo compré y es que casi no pienso en otra cosa. Llegar a casa, llegar a casa y buscar el huequecito de leer. La otra tontería es un flashback. He visto hoy unos vídeos en un blog amigo y me he recordado muchos (tantos, ay) años atrás escuchando este tema en la fnac con todo el dramatismo del que fui capaz (lloraba y eso). Qué cosas.

En el cuadrilátero

A mi derecha todos los líos, los malos humores, las rabietas (sí, sí, aún las conservo, en formato crecidito, eso sí), los momentos terribles, el maldito cambio de hora que es que me tumba, la tripa, la anemia, las llamadas que me hacen esperar, todas las cosas que no puedo hacer, la falta de tiempo, no poder convertirme en hada, las mujeres que sufren, las ideas que no cuajan, este permanente dolor de espalda, el insomnio y el desánimo de vez en cuando. A mi izquierda preparar tres bocadillos de nocilla y ponernos las botas de agua para pisar todos los charcos de aquí a la plaza.

Querida Cecile:

Últimamente ando un poco desganada. Aún así, el calor asfixiante del verano está ya dejando paso a un nuevo tiempo. Ayer estuve en Longwood con Piers y nuestras pisadas hicieron crujir las primeras hojas muertas. Te hubieras reído viéndonos regatear en Blackhills. No lo creerás, pero salimos de allí con dos bolsas tan llenas que tuve que dejar para otro día lo de las flores. Paramos un rato en Willert Park y mientras yo daba de comer a los cisnes (¿sabías que son carnívoros?) , Piers se puso a recitar a gritos los últimos poemas de Saul B. Johnson. Los cisnes metieron la cabeza en el agua y ya no pudimos dejar de reir hasta llegar a casa de Sarah. ¿Recibiste la biografía de Arthur Rihbarb? Si es que no, dímelo y se la reclamo al viejo Leo, que ya sabes dónde tiene la cabeza. Un abrazo a los dos, Violeta. P.d. Tu historia del elefante me hizo llorar de risa. No sé cómo, pero siempre lo consigues.

que sí, que no...

Estaba en mi habitación leyendo (me he pasado a Fred Vargas en pleno contrapunto al neoclasicismo de ayer), y he tenido que dejarlo un segundo para contarme la tormenta de ahora mismo y lo que me trae. Dentro de un par de capítulos saldré a la calle a pasear y a seguir dando vueltas a mi nueva historia, a ver si se me cae el cielo encima y me saca del trance de los últimos días.

Mi más sincera reivindicación

Ayer C&M salieron del cole sin regalo para el padre, cosa que no me hubiera afectado especialmente de no haber recibido una carta del centro en la que avisan de que este año ni día del padre ni día de la madre, que mejor semana de la familia (que han hecho coincidir con mi cumpleaños, eso sí, qué detalle). Estoy desolada, la verdad. Me obligan a renunciar al collar de macarrones. ¿Por qué? Cenas por aquí, baños por allá, enfermedades varias, enfados, pierden mis cosas, rompen las suyas, se pelean, pues no pienso ponerme esa falda, quieroungormiti quieroungormiti quieroungormiti, no-metas-el-pie-en-el-charco-por-qué-demonios-lo-has-metido, te llamamos del cole C se ha abierto la cabeza, pero está bien, la llevan a la paz. Dos cosas por las que tener hijos: el momento en el que caen rendidos en la cama y el regalo del día de la madre. ¿Es necesario, de verdad es necesario que me lo quiten?

Maldición

No me ha dado tiempo. La tía se ha adelantado más de lo esperado. Yo echaba dos o tres años más, justo los que me faltan para escribir mi historia. Muchos lo sabéis, muchos no, pero yo lo cuento, que si no me altero. Todo esto de tirarme a la piscina de letras comenzó una mañana de sábado en un arrebatado ataque de ira. La causa: ella. Aparecía sonriente y monísima en babelia , de la mano de su primeranovelacasualmentefenomenal. Estaba igualita. El pelo más corto. Pura coherencia. Me lancé al opencor de guardia y me hice con el ¿librín?, con la terrible necesidad de confirmar ese si-bueno-es-leible-o-sea. Contra todo pronóstico me enganchó. Contra todo pronóstico porque de casa al opencor se puso en marcha el mecanismo de la envidia cochina, que en la tienda me nubló definitivamente la vista y -creo- el entendimiento. Pero lo compré. Lo leí. Me gustó. Me encantó. Lo regalé. Lo recomendé. Y decidí -claro- que escribir tenía que ser parecido a coser y cantar. Así que me puse a ello y has

Venga, vale...

...también puedo ser arrabalera .

Más de minorías

Jerry González Jorge Pardo Ver a cualquiera de los dos en directo es una pequeña maravilla...

Lo que decía

Definitivamente soy un ser de minorías.O sea, rara. Estoy encantada porque mañana conoceré a Javier Paxariño , un músico formidable especialista -no sabría decirlo de otra manera- en instrumentos de viento. Disfrutaré la música y me dejaré llevar por la conversación posterior, que promete ser distendida y muy interesante. Me llamó anoche M, que además de ser estupenda es amiga de JP, y me organizó (sin saber que soy fan fan) la tarde del domingo. De esas cosas buenas que no dejan de pasar.

Comer o no comer... carne

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Las convicciones que derivan hacia la decisión de prescindir de la carne en la alimentación son de dos tipos. Por una parte, están todas aquéllas personas comprometidas con el medio ambiente, que consideran antinatural comer animales muertos y que además creen que los sistemas de producción cárnica perjudican gravemente el entorno. Por supuesto, resumiendo hasta el esquema toda una filosofía de vida. Por otra, está la convicción alimenticia, la de los que creen que es más conveniente para el organismo una alimentación vegetariana, que intuyen los efectos devastadores de los antibióticos y las hormonas con las que se engorda artificialmente al ganado, que conocen la sobrecarga a la que el consumo de carne expone al hígado, etc. Yo me englobo (nunca mejor dicho, si nos atenemos a mis proporciones de última generación) en el segundo grupo y defiendo cambios en la alimentación consistentes en el aumento en el consumo de frutas, verduras, legumbres y cereales. Vale. No suelo comer carne y s

De susto en susto

Acabo de volver a casa para que me dé un ataque al corazón. La angustia del lunes se ha quedado en una anecdotilla. C me acaba de confesar con orgullo que es el del “Club de Ana”, que son las que están enamoradas de M (“ella no, claro”) y que son góticas . AY . Que le compre ropa negra. Aunque, bueno, de momento le vale con una camiseta que tiene para ir a danza. O yo fui un poco pardilla -con su edad estaba más a la botibota que a la movida- o los tiempos han cambiado que es una barbaridad. Y pensaba que el susto del otro día iba a ser dificil de superar...

Y engáñame un poco al menos

Hacemos como que la puse ayer...

Complicarse la vida

Últimamente pienso mucho en personas que conozco, aparentemente llenas de inquietudes, con las que sin embargo no se puede contar para nada. Se han organizado una vida pastel en la que no cabe la pena. Ni la pena ni momentos de pensar, que si piensan se estresan. Viven en una burbuja de -¿cómo era?- resipol y se llevan pasteles de casa a casa, y tiro porque me toca. No les cuentes problemas, no les hagas partícipes de tus dudas, no les hables de la actualidad. Les da igual. Viven tan emocionados por haberse conocido que pasan por la vida como si no. No sé si se alienan conscientemente o soy yo, que no puedo vivir fuera de tantas cosas.