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Mostrando entradas de julio, 2010

Y C. para acabar julio

Ya que me puse ñoña el día 6, voy a hacer lo propio hoy, en recuerdo de aquella noche de hace 9 años en la que (con todo el glam posible, dadas las circunstancias) hice nacer a mi chiquitina, esa que ¿afortunadamente? ha salido a mamita en todo: inteligencia, belleza, mala leche, desorganización y amor por las flores y los libros. Un solecito.

Primero esto

(por compartir la canción del día). Todas las cosas que soñé Todas las noches sin dormir Todos los besos que enseñé Y cada frase que escondí y yo jamás te olvidaré Tu acuérdate también de mi...

Mi historia a medias

No hace mucho, conduciendo sin rumbo por el interior de una isla, llegué a un pueblecito del que me costó salir. No vi gente y las calles estaban estratégicamente cortadas para obligar al visitante casual a perder un poco los nervios. De esa experiencia surgió una idea que intenté escribir y que desde entonces retomo mentalmente con la angustia de no saber cómo demonios salir del lío monumental que he organizado con ella. Hoy, en medio de otra historia (que por cierto voy hilando con bastante soltura), me he enterado de que en la isla en cuestión han aparecido unos huesos humanos y ya no me ha hecho falta más para empezar a enloquecer con las múltiples nuevas posibilidades que se abren. De hecho, tenía pensado sentarme a terminar el relato actual ahora, de noche, en el jardín y a la luz de unas velas, pero en vez de atacar las últimas páginas me pongo a perder el tiempo con esto que os cuento y a leer y releer el texto-laberinto. … qué desorden de todo.

¿Por qué me siento tan mal?

Al llegar a casa he visto un TERRIBLE avispero en la ventana de la escalera. Sin perder un segundo me he hecho con una jabalina de avellano que tenía en el paragüero ¿? y he despedazado el nido. Han caído toneladas de larvas de avispa, que son blancas con patas a lo cindy crawford pero sin su glam. He gritado, he salido corriendo escaleras abajo golpeándome el cuerpo como si estuviera lleno de avispas (que no), me he tropezado con la maldita vara de avellano y cualquier ridículo más que se os ocurra. Recuperada del momento killer he vuelto para ver mi obra. Aunque me ha sorprendido que el barro estuviera fresco me ha interesado más componer una imagen engoladísima de valentía sin límite, con el palo en la mano, en plan Palas Atenea (aunque ella habría aguantado la compostura al ver aparecer a la madre avispa y yo sólo he conseguido medio cerrar la ventana con un pie). Ya a salvo, me he asomado para ver el peor espectáculo del mundo: una pobre madre que no encuentra a sus bebés. Mi avis

Noches de verano

Mi vecina (46) se ha echado un noviete (19) y ya se ha convertido en la conversación de verano de la calle infantas. - Qué vergüenza, con los dos niños en casa. - ¿Les oíste anoche? - Sí, como todos, folleteando en el césped - ¿en el césped también? Me quedé dormida cuando estaban en la piscina Las maris tienen envidia, of course, y me temo que a la chelito le caerá encima el vacío social permanente que, aunque ahora a ella plín, forzará un cambio de domicilio seguro cuando al chavalín se le meta en el ojo otra teta. - Lo que dura el verano, y si no al tiempo - Qué bochorno, por dios - Y le deja el bmw por las mañanas - Ha perdido los papeles. Alguien tendría que decirle algo. Por el amor de dios, que es una vieja - ¿Ahora les llaman viejas? ¿pues no eran putas? Y así pasan estos calurosos días, entre escarceos amorosos a la luz de la luna en cuarto creciente y cuchilladas rencorosas antes de cenas mediocres a la luz de la tele - ¿No puedes poner otra cosa? - No - ¿Hablamos? - ¿Eh? -

No he podido resistirme

Se ha puesto de moda una práctica de marketing librero que consiste en colgar en internet el primer capítulo de novelas de reciente publicación. Leí de pasada el de la presentadora de la que hablábamos ayer y más tarde, con la madrugada, me dio por diseccionarlo en un arrebato irónico del que también aprendo. La historia de este primer capítulo es simple. Una mujer superior a la media Schwarzenegger busca casa. Queda con una agente a la que le encantaría alternar con las infantas, aunque intuimos que quedará en sueño, y se dirigen en coche al casoplón. Llegan. La agente no encuentra las llaves en su bolso loewe. La chica súper se sienta en un escalón a esperar, desde donde descubre unas” curiosas figuras de inspiración grecorromana” (una con “cabellos flotantes como los tentáculos de una medusa”, otra con “moño severo como el casco de un luchador”) y se acuerda de Fernando. En la puerta la agente nos detiene con lo del vecino futbolista-brasileño-forrado que descubrió los huesos de uno

¡Me ha dado un ataque!

A ver. Una conocida presentadora de televisión acaba de publicar una novela, primerísima y estupenda (dicen en planeta) “de sentimientos, pérdidas y reencuentros”. Muy arriesgada y con una calidad bárbara (“a la sombra de una gigantesca torre de comunicaciones, un ingenio como anclado por un gigante en lo más alto de una montaña...”) y atrevida, muy atrevida, empieza la segunda frase con un arriesgado “O en el culo del mundo”. Uf. La entrada va de otra cosa, ya sabéis que abandero la diplomacia del que no hila dos frases, pero la modelopresentadoraescritora simboliza la esencia de lo que quería contar. Pensaba esta mañana en el devenir político de gestión honesta a fuente de poder y me preguntaba cómo la voluntad de una sola y soberbia persona puede ningunear a un pueblo porque sí, porque “no son de los míos” y en la hipocresía y vacío de sus mil y un discursos. Leyendo después sobre la publicación de esta novela (que seguro reseñan en babelia y qué leer) he pensado en la hipocresía

La lala lala lalala

Anoche salté y grité y lloré y participé de esta nueva fiesta nacional que nos han impuesto unos hombrecillos en pantalón corto. Reconozco mi cobardía de casi no poder ver el final y me sonrojo si recuerdo los gritos de furia primero y alegría en la plaza. No había promesa previa de desnudo en la fuente (uf), así que terminé la noche con la dignidad intacta y la cabeza llena de rojo y amarillo. Hoy, restos de España en los brazos y un poquito de intención de ir a Madrid a aclamar a nuestros caupolicanes. Y el enlace que no podía faltar (jijiji)

retiro lo anterior

aaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaarrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrgggggg ggggggggghhhhhhhhhhhhhhh hhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! NIÑOOO OOOOOSS SSSSS SSSSS!!!!!!!!!!!!!!!!!!

El puercoespín

Una noche como la que está llegando ví un puercoespín gigante. Unas horas después, ya hace seis años de esto, tenía entre mis brazos al bebéniño más precioso de la historia de la humanidad (que me perdonen otras madres). Aquí estamos hoy, discutiendo por no sé qué que quiere. Feliz yo. Él un poco triste, es puro capricho, pero siempre igual de mimoso y de tierno y de imaginativo y de fenomenal. Entre grito y grito juraría que no se me cae la baba, pero es sencillamente mentira. Se me cae y me temo que lo seguirá haciendo de aquí a la eternidad. Siempre que llega hoy le cuento la historia del puercoespín gigante que se cruzó en el camino de la mujer más gooooooooooooorda del mundo.

Cosas que pasan

Esta tarde un señor muy amable me ha preguntado si yo era artista. Después de hacerle el baile de linamorganagradecidayemocionadaetc le he dicho que no y él me ha contestado pues vaya, yo diría lo contrario y yo le he dicho bueno, escribo un poquito y él me ha dicho otro montón de cosas que contaría si no hubiera interrumpido mis pensamientos para lanzarme corriendo al jardín, porque llovía muchísimo y he pensado carajo, toda la vida esperando este momento de ducha natural, no lo puedo dejar pasar, y a la vuelta ya había perdido el hilo de lo anterior.

Eloísa Zulueta

Ya son dos las veces que un espejo involuntario me devuelve la remilgada imagen de Eloísa Zulueta. No sé si os he hablado ya de ella. Era bastante mojigata, le gustaba decirse pía, y siempre me sorprendió su insistencia por cubrirse los tobillos con unas faldas feas de corte monjil que le cosía una abuela desalmada. Las demás habíamos alcanzado la edad de enseñar las piernas, una edad a la que según descubrí más tarde ella no llegó nunca. Tampoco pareció importarle. No en vano, llegó a emparentar con los Soto de la Muela a través de un católico matrimonio con Luis Gonzaga, el más recto de los hermanos y eso, me temo, echó por tierra cualquier sentimiento extraño de faldas y no piernas. Tras muchos años sin vernos, coincidimos una tarde en el ascensor de un hospital. Ella mayor, madre numerosa de un montón de fotos rubias, con oros colgando de aquí y allá, el pelo tipo de la clase media que quiere ser alta y voz de muchos sueños olvidados por el camino. Yo estaba mona, la verdad, como s