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Mostrando entradas de noviembre, 2012

¡Chic@s!

A propuesta de meteorólogo ando participando en este concurso de blogs . Si me ayudáis... pues chupi!

más revival

El otro día me contaron un cuento inventado. Tener 38 y ganas de escuchar un cuento es formidable. Al menos a mí me lo parece. El cuento terminó siendo una delicada historia de amor y tengo la intención –la semana que viene- de pasarla a papel. Me encantó la experiencia (i) en sí misma y (ii) por la posibilidad de volver a miniyo, cuando le pedía a mis tías (esta parte de infancia es muy compartida con meteorólogo) que nos contaran cuentos inventados. Me gustaban mucho más los inventados que los de toda la vida.

recuerdos del domingo

Apenas pude dormir la noche del sábado al domingo, pero eso no impidió un día alegre, tranquilo y soleado. Desayuné en la cama y perezosee feliz hasta que surgió la necesidad de salir a pasear. Lo de la sangre, que ya es oficial, me ahoga un poco y tanta cuesta arriba me deja sin oxígeno cerebral. Aún así, disfruté del camino y de la vuelta a casa, de la no comida y de la siesta de después.

sábado por la mañana

Total, que hace un frío del carajo. Esta mañana me he despertado en un iglú y ahora ando de tés escuchando en la radio un reportaje sobre Fulcanelli y sus catedrales. Esta mañana tengo ganas de contar, pero no se me ocurre nada lo suficientemente irónico como quisiera. Y es que además de las ganas, hoy me noto mordaz y con espíritu enérgico. Anoche me dormí pasadas las cuatro de la madrugada. Gato, que es así, quiso merodear a última hora y me he despertado un montón angustiada por sus estados físico -ay, el frío- y mental. Gato es bastante suyo. Eso o tiene familia y responsabilidades que se escapan a mi conocimiento de humano con bastante dolor de cabeza.

un algo especial

Un algo especial ocurrió ayer por la tarde mientras paseaba con mi abrigo de frío polar. En una acera pequeñita cedí el paso a una abuela que iba cantándole al nieto desde Santurce a Bilbaaooo vengo por toda la orillaaaa con la falda remangadaaa luciendo la pantorillaaaa . Tardé unos segundos en reaccionar. Se me llenó la cabeza de imágenes de mi abuela y yo, yendo a comprar de la mano. Ella cantando esa canción. Yo feliz. En mi infancia de abuela concha hubo dos mercados. Uno lo recuerdo al lado de una plaza enorme. Me gustaría volver. Seguro que con más vida en los ojos me resulta enana. La plaza y el mercado (que me da que era súper) se veían desde la terraza. También creo que se veía una torre con cigüeñas. Creía que las cigüeñas sólo vivían allí.

handmade

Imagen
Es evidente que con el otoño se inicia una etapa que invita a la introspección. Ya no apetece tanto la calle. Fuera llueve, hace frío, la luz es gris y en las casas calentitas tenemos tés y mantitas. Y ahora qué. Los ratos de estar solos qué. Las tardes de domingo qué. La lluvia qué. Los hijos qué. Muchos recurriréis a la tele o a la wii, yo reivindico mis manos. Aunque lo cierto es que tampoco las desprecio en las largas tardes de verano. Vivimos una época veloz. Todo corre. Todos corremos. Compramos pan y yogures por invertir nuestro tiempo en un centro comercial, en criticar, en enfadarnos, en perderlo, en creer que vivimos, en atascos, imaginando que solucionamos a medias el mundo.

cosas pequeñas

Puesta a contar nimiedades, ayer me tomé un colacao calentito. Y me emocioné. Veréis, el martes resultó largo. Los días que acaban en pleno suelen pasar factura y llego a casa con la cabeza en mode cork. Para ser sincera, el cambio de rutina del previo al pleno –generalmente comida con compis, ayer yoga- atenuó en parte la sensación martesde48horas. Además, el adorable momento de entrar en casa, encender la luz tenue, sentir a gato entre mis pasos y enchufarme a Sarah Vaughan me concilió en parte con la noche y el afilado frío del paseo. Aún así, (i) andaba con pocas fuerzas mentales y (ii) no me apetecía cenar, pero en una de mis vueltas por la cocina pensé en la conveniencia de tomar algo caliente que reconfortara –sobre todo- mis manos de noche de noviembre. Y pensé en leche –que es puaj- por lo que acabé buscando el colacao.

las ganas

No sé cuál es la causa de mi desamor por seguir llenando de historias este espacio. Podría ser la vida misma, con sus cambios o la responsabilidad de un trabajo tan mal entendido (sí, soy política y me encanta y soy buena en todos los sentidos) o el cansancio de la sangre que intuyo me vuelve a faltar. Sea como fuere (qué mona), cada día pienso en contar las cosas que suceden a mi alrededor y cada día me meto en la cama con la alternativa –muchas veces muy buena- que me regalan los libros. Hablando de libros, acabo de terminar uno que quería leer desde hace años: la autobiografía de Benjamín Franklin . No ha desmerecido en absoluto mi interés previo. Es más, ando deseosa de cualquier cosa que tenga que ver con este ilustrado, incluyendo el sueño de algún panfletillo que saliera de su imprenta. Tengo que volver a la Costa Este.