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Mostrando entradas de noviembre, 2013

En el planeta del moco

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Me suena que conocí a alguien que enfermaba periódicamente en octubre y marzo. Lo mismo lo he inventado. En cualquiera de los casos, he incorporado la idea a mi cuaderno de cosas que me pasan. Gripeo periódicamente. Los cambios de estación son fatales y -lo mío es más noviembre y tiro porque me toca- muy dados a hacerme pasar por la catarsis del moco. La cosa viene de lejos. Lo barrunté el jueves. Lo incorporé a mi organismo también el jueves, durante ese ratito de estar hasta las doce y media de la noche de palique en la plaza. Del viernes no me acuerdo. Ah sí. El viernes. Dolor de garganta y poco dormir. Ayer parecía que lo peor había pasado y me hice la fuerte. Nunca os hagáis los fuertes. Qué noche. Hoy sigo grunge y dolorida y con empasmotós y abonada al pañuelo desechable (de hecho, no tengo de otro tipo). Entre fiebres y limón con miel ya me he leído un par de libros. No hay mal que por bien no venga. También he procurado poner un par de lavadoras. La vida adulta es u

octubrelibros

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Vaya. Que ya es noviembre. Parece que fue ayer cuando comencé con la lista de libros 2013. Fue el mismo 1 de enero. El libro: La muerte de Virginia , de Leonard Woolf. Diez meses después sigo con mis libros. Más compro que leo, lamentablemente. Pero cada línea me hace feliz. Me gustaría tener más tiempo o más tranquilidad o lo mismo las dos cosas. O más orden. O en fin, que aquí voy con lo no mucho de octubre, que empezó con Los olivos de Belchite , de Elena Moya y ha terminado con Huesos en el jardín , de Henning Mankell. Entre medias: Afortunada , de Gabrielle Bell, Los seres quebradizos , de Rocío Hernández Triano y El taller de escritura , de Jincy Willet. Me gustó Los olivos de Belchite . Será que tengo ganas de visitar el pueblo. Será que la historia me interesa. Será sencillamente que pasé buenos momentos, entretenida entre sus páginas. Es una historia familiar, en la que el pasado-guerra-civil se confunde con un presente-batalla-económica. La historia se desarrolla ent

vamos, que tengo un rato

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Hoy llegaba a casa pensando en las cosas que me gustan. Bueno. Esto no es así (¡!). Realmente pensaba en lo rebien que se está en la cama cuando el viento amenaza ahí fuera, como los malos de Hill Street. En lo bien y calentitos que estuvimos ayer los pins y yo -leyendo en conjunto Memorias de Idhun- mientras el vendaval hacía de las suyas con las macetas, las contraventanas y las bolsas abandonadas. De ahí he saltado mentalmente a otras cosas que me gustan, como hacer regalos manuales (ando ahora con ideas monísimas para los amigos invisibles que llegan por navidad), nadar, abrir la puerta y gato, ducharme con agua muuuuy caliente, recibir cartas (estoy por poner mi dire por si cae alguna... porque lo que son cartas, qué pena que no sean tendencia) o en su defecto correos inesperados, hablar por los codos y -qué demonios- me gusta el silencio y mucho estar sola. También me gusta hacer fotos. Sobre todo a ventanas y a ropa tendida.    He pensado que de todo este batiburrillo