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365 palabras para 2014

Claudia, Mario y Lucía. Cumplir cuarenta. Yoga. Una mudanza, casa pequeña, ilusión, un par de días de hospital, Dublín, bien de queso, podcast, tres bodas y ningún funeral, jugar a scrabble, zapillo, nuestro primer yay day, mucha imaginación laboral, un viaje inesperado a Italia, meditar, septiembre en la playa, pereza, descubrir lo divertido que es jugar al billar juntos, crèpes, el mar, the big bang theory, un vendaval, pegar los adornos del árbol en la pared creando un triángulo porque he olvidado comprar un árbol, una batalla encarnizada contra el mar y lo bien que lo pasamos, tener que adelgazar, un par de burros, cansancio, Miaucín, incienso, muchos libros, Madrid, dormir, regalar el verano en febrero y Fuerteventura, subir al faro del cabo de Gata, Ayuntamiento, más cine de lo habitual, viajar a Francia, la catedral de Milán, hacer planes de año nuevo, cuánta paz, cocinitas y delantales, pasear, días de pijama y demasiados madrugones, un par de versos, sol, poca lluvia pero llu

cosas

Ayer decidí desmayarme un rato en la farmacia, así que les pedí que me pusieran un par de funcionales pendientes grises. Funcionales porque son feos de narices. Estoy deseando que pasen los quince días de sellado de agujero para comprarme un par chulo. Quién me iba a decir a mí (y a lucimami ) -después de la tabarra que dí a los nueve para que me hiceran los malditos-agujeros-de-una-vez - que con el paso de los años, el desinterés absoluto por los zarcillos iba a cerrarme las orejas al brillo de un adorno. Y en esas divagaciones extrañas debía andar mi mente convulsa el domingo por la mañana en plena meditación, que volví al yo y ahora con la idea fija de retomar los pendientes y el Retiro, las dos cosas. Lo de los pendientes, dicho y hecho. Lo de pasear por el Retiro, a ver si un día de estos -aún de otoño- y a ser posible por la mañana.

manza

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Manza es un pueblo esencialmente feo, pero tiene algunos rinconcitos especiales y tres grandes reclamos –castillo, embalse y parque- que lo catapultan al paraíso del turismo madrileño. Ayer salí a tirar la basura y ya que estaba, y llovía, decidí un paseo muuuy solitario por el pueblín éste de marras en el que vivo. La lluvia, que todo lo dulcifica, y la soledad (ese regalo tan preciado desde que trabajo aquí) me hicieron disfrutar de cada pasito, de cada mirada, de cada sonido -podéis imaginar el río que canta- de cada sensación y cada gota sobre el chubasquero. En medio del sinrumbo me descubrí admirando esos pequeños rincones de los que antes escribía, en los que el suelo aún es de piedra y la luz tenue. Llevaba el teléfono de llamar a los pins y se me ocurrió ir haciendo algunas fotos de los regalos del paseo. Éstas que veis son algunas. El camino del puente, la plaza de la iglesia, el castillo (cómo no). Hice también del embalse, pero la noche tiene sus cosas y no re

las semanas y mis cosas (XII)

Ando asimilando el fin de semana. He empezado el curso aquél de profesora de yoga al que me apunté hace mil meses. Casi veinte horas de aprender, experimentar y trabajar una actividad que practico (con grandes dosis de abandono) desde hace unos seis años. Antes, la cagada de comprarme ocho (nada menos que ocho) camisetas molonas mil tallas por encima de la mía, que ni de pijama, oyes. Para hoy la pereza de volver a la tienda a devolverlas/cambiarlas por otras igual de molonas pero entalladitas por favor. Después, madrugones increíbles sin despertatroz ni nada. Ahí, abriendo los ojos a las seis como si fuera algo que he hecho antes alguna vez. Debe ser tanto relajar, tanto meditar, tanta felicidad de cerrar los ojos y pensarme en un bosque y tal. El caso es que madrugar sirve para llegar a coles sin jugar a Fernando Alonso en Monza. Y sin despeinarme.

mis libros de verano (II)

Lo sé Se me han acumulado los libros sobre los que escribir. Diría que no tengo tiempo, pero mentiría. Lo tengo. Me sobra. Pero lo invierto en no hacer nada. En mirar por la ventana, en pasear, en leer (poco últimamente) o en organizarme líos fenomenales que-me-embarullan-los-días-y-cuando-por-fin-descanso-sólo-quiero-no-hacer-nada. Vivo en un bucle indestructible. Vale que septiembre con sus comienzos de cole no ha ayudado demasiado. Vale que el comienzo del curso laboral tampoco. Vale que los momentos de playa me tumban (al sol) y vale que TBBT me distrae cuando debería estar escribiendo. Vale todo. Y a la vez sé que nada de eso es justificación suficiente, pero ¿tengo que justificarme? Pues no. Sobre todo si tengo en cuenta que total esto es lo que es y de obligación, cero. En fin, que al lío.

¡qué baño de pasado!

Diría que comenzó el viernes, pero la historia se remonta a varios meses atrás: justo cumplía 40 y madre (hasta antes de ayer creí que fue cosa de hermanamenor ) quiso celebrarlo regalándome un par de entradas para ir a ver a la unión, el grupito light de mis desvelos infantiles. Y el viernes llegó y allí que me lancé, a la pista de bailes y saltos y dondestabaisdondestabaislalala . En sí mismo, yo delante de la unión ya era bastante revival. No contaba con el paseo previo por mi viejo barrio, con encuentros varios -además, todo muy gracioso, veinte años después me saludaban como si acabara de bajar a comprar un par de litros de leche.

te regalo el mar

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He pasado el fin de semana en la playa, con mis pins. Una idea inmejorable para encarar el otoño, que hoy llega con una sonrisa morena y grandes dosis de optimismo y buen humor. Contra todo pronóstico, no sufrimos gota fría y hemos pasado tres días fenomenales de sólo playa. Nos hemos bañado en un mar de olas, que es mucho más divertido que la sosa bandera verde, hemos echado carreras en la arena, hemos comido en un tenderete de toallas fucsias, nos ha dado mucho el sol sin darnos cuenta, nos hemos hecho millones de fotos -me encanto de estrella de mar- y hemos vuelto a casita con muy buena cara y ganas de repetir no tardando mucho. No hay nada mejor que una playa fuera de temporada. ¿Qué hacemos el fin de semana? ¿Vamos al cine, mami? Mejor te regalo el mar Mucho mejor. …

la loca de la mirilla (I)

Amigos y paseantes, he enloquecido. No es algo de lo que enorgullecerme, lo sé, pero mi vida ha comenzado a revolotear alrededor de la mirilla de la puerta de casa. Yo, de natural tan ajena a vidas ajenas, me encuentro entusiasmada con este iryvenir . Estoy enganchada a la serie de lo que pasa en mi escalera. Todo empezó hace unos días con un deceso. De repente, el rellano retumbó de médicos, enfermeros, ambulancieros, policías, guardias civiles, jueces y secretarios judiciales, dos familiares desoladísimos y servicios funerarios… por ese orden y a lo largo de la mañana –hasta bien entrada la tarde. El finado, un hombre con muchas vidas y más décadas en la mochila. Ni siquiera recuerdo haberle visto más de un holayadiós . Ya digo que antes tendía a caminar rápido, cerrar la puerta, quitarme los zapatos, música y paz.

mis libros de verano (I)

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Durante estos dos mesecillos y hasta la fecha, me he zambullido en las historias que cuentan 12 libros. Por orden cronológico de lectura: Cold, cold ground , de Adrian McKinty, Una trampa para cuervos , de Ann Cleeves, Cemetery girl , de Charlaine Harris y Crist Golden, El misterio de Pont Aven , de Jean-Luc Bannalec, Los hombres mojados no temen la lluvia , de Juan Madrid, El juego de Ripper , de Isabel Allende, Muerte en las islas , otra vez Jean-Luc Bannalec, Último tango en Auschwitz , de Andrés Sorel, Jazzuela , de Pilar Peyrats, Te adoro y otros relatos , de Cristina Peri Rossi, El hombre que arreglaba bicicletas , de Ángel Gil y Alfabeto de las pulgas , de Bernardo Atxaga. He pensado contarlos en dos tramos: en el de hoy me voy a centrar en los policiacos y el próximo día cuento mis impresiones sobre el resto.

francia

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Este verano he leído un par de libros tan bien ambientados en la bretaña que qué ganas de ir, oyes. Ni corta ni perezosa, seguramente azuzada por la angustia de la quincena sinhijos , puse rumbo de dos días al norte con la idea inicial de llegar a Pont Aven, pero con la seguridad de quedarme a medio camino.

las semanas y mis cosas (XI)

Estoy pasando un verano muy tranquilo. Una vez resueltos los primeros días tan llenos de playa y ya en Madrid, he aprovechado para sentirme afortunada por ser una madre muy feliz de unos hijos maravillosos. Nos han pasado cosas como feriear, dormir hasta perder el día, bañarnos, hablar, comer y malcomer, enfadarnos (C y sus impertinencias adolescentes), ir juntos al trabajo, lloriquear, leer, hacernos fotos, pasear, que a M le saquen un diente carioca, dormir juntos, amigos… Todo con la pereza feliz de un agosto caluroso y lento. Además de la felicidad de mis hijos, he sentido la felicidad de dar carpetazo a mi futuro laboral, que es algo a lo que he dado vueltas –muchas- durante los últimos meses. Me gusta lo que hago, pero definitivamente no me compensa. Un día, cuando me despoje de responsabilidades, escribiré (aún no sé en qué formato) un buen montón de historias, pensamientos y sentimientos –mucha impotencia, adelanto- de los que he metido en la mochila a lo largo de esto

irene

Las tardes lentas de verano son fenomenales para dar vueltas por internet. En la de hoy he llegado -no me preguntéis cómo- a la noticia de la muerte temprana de una mujer a la que no tuve el gusto de conocer en vida ni de oídas.  La noticia me ha impactado porque la mujer murió a las cuarenta a causa de un derrame cerebral. Podéis imaginar el espanto por la cercanía de edades. He empezado a deambular por páginas y fotos y de repente, vaya, he llegado al blog que escribía, y me he quedado. Y así he pasado la tarde, entre las reflexiones lúcidas de una mujer que debió ser especial y mis propias reflexiones sobre lo que me rodea. Sobre lo que leo, lo que siento, lo que vivo, lo que hago. Y todas las barreras que me pongo para contarlo. O toda la incapacidad de profundizar en este espacio sobre todas esas cosas. 

veranito 2 1000 14

Una cosa que me gusta mucho es un domingo-de-repente. Levantarme pronto, que no madrugar, coger el coche o que me lleven y brunch madrileño. La oferta en Madrid de esta modalidad alimentaria tan requetecool es mucha y pichi. Pero como yo soy tirando a estanca, once me siento y me gusta, suelo repetir. Efectivamente, ayer domingo repetí. El lugar elegido, maricastaña , en la corredera baja de san pablo. Un espacio agradable, pastel, vintage, tranquilo, musiquita suave, brunch superb (lo que viene a ser almuerzo soberbio) y horas que pasan. Los domingos-de-repente molan mil.

el mar, el mar

Acaban de terminar los -espero- primeros días de playa de este verano. Escribo espero porque en pleno encandilamiento marino ando valorando un rato de coche hasta llegar a algún montón de arena que quema y mar en el que meterme y nadar, nadar. He estado en Gandia, que encanta a los pins y en Cabo de Gata, que me encanta a mí. En los dos lugares he sido feliz. Supongo que dejar atrás manza y todo lo que vivir y trabajar aquí conlleva suma bastante puntos a las sonrisas de cada mañana. Qué paz, oyes, alejarme de aquí. Pero sin duda, es la perspectiva diaria de la arena, el sol y el agua la que ejerce un efecto alucinante en mí. Un efecto que no quiero que desaparezca ahora que he vuelto a los días de comer en la oficina.

mis lecturas de junio

Hace tanto tiempo de junio que al repasar la lista de los libros que leí no me acuerdo casi de nada. Si confío en lo que me cuenta mi lista, de junio son El asesino del ajedrez , de Mercedes Gallego; La última noche en Tremore Beach , de Mikel Santiago (éste es el único que recuerdo bien); Un verano en el campo , de Heike Wanner y Muerte entre líneas , de Donna Leon. Y como ahora tengo un lío fenomenal de libros físicos y electrónicos hay uno que ni encuentro. Así que voy a darme una vueltecita por internet a ver si se hace la luz. El asesino del ajedrez lo es en serie y en Barcelona. Ha distribuido la zona del ensanche a lo tablero de ajedrez y ha iniciado una partida en la que van cayendo peones, alfiles... que son obreros, policías... ciudadanos que por alguna semejanza con una figura y por estar en una cuadrícula determinada van siendo sacrificados. Sobre cada cadaver un manuscrito con un movimiento (TR6xA, mismo) y un arma blanca con empuñadura tallada con forma de figura.

amanece en edimburgo

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Hoy he estado en el cine. He visto un musical, tipo mamma mía (la diosa de las feel-good pelis). En la de hoy la música, The proclaimers. El escenario, Edimburgo. El cine, vacío. El argumento no me ha entusiasmado. Unos soldados y amigos escoceses vuelven a Edimburgo después de saltar por los aires en Afganistán y vivir para contarlo. Regresan a casa, decía, y la peli cuenta eso que ocurre a su regreso: los padres que tienen una crisis en plena celebración de sus bodas de plata, uno que se enamora de una inglesa (un paquetito de problemas de identidad nacional), al otro le rechaza su novia, todo muy costumbrista y tal.

Beatriz

Beatriz es una tarde tranquila de junio y los pantalones de rayas y la camiseta amarilla que yo llevaba la primera vez que la vi. Beatriz soy yo con 17 años y soy yo –con 40- escribiendo un regalo. Beatriz son muchos rizos y unos ojos muy grandes y un gran montón de libros y es un gato gris. Beatriz es la cocina que huele a chocolate. Es negro y es morado. Beatriz es hija única y eso no es estar sola. Tiene hermanas mayores. La que Hércules y la que menos. Pero las dos están. Beatriz es un barullo de universidades y festivales de música. Es un súper abrazo. Es saltar un bache y mirar hacia adelante. Es una tarde aparcando en batería. Beatriz es palela y amelto , que no podían faltar. Beatriz es decir lo que se piensa. Es disfrutar de dormir. Es una tarde de verano en la piscina, abrazadora de mi tripa enorme de C. Es parte de el campito , como lo somos muchos, y es parte of course de mí. Beatriz es dentro de un rato, espero que con mucho chocolate. Beatr

dos sensaciones de ayer y hoy

Leo las últimas palabras, cierro despacio el libro y comienzo el andar errante y desamparado. No me gusta la sensación de desasosiego que dejan los libros que enganchan. Miro, remiro, cojo uno y otro. Hojeo y ojeo. Mientras, la cabeza sigue pensando en el montón de protagonistas sepultados entre los lomos del que acabo de leer. En cómo seguirán sus vidas. En lo que nos ha pasado hasta hace un rato. Ha sido tan pichi que cualquier otra historia se me antoja aburridísima.  Vuelvo a coger el libro y lo miro y la portada me traslada a una playa de Irlanda, que es donde quiero estar. Y ¿qué tal si hago la transición con uno de poesía? O con esta guía para alcanzar la serenidad interior de mi profe de yoga. Nah. ¿Y si intento avanzar alguno del montón de empezados-pero-nunca-es-el-momento? Nah. Y sigue el deambular. Mejor me voy a dar una vuelta, que hace un tiempo agradable y M ¿nos vamos a dar una vuelta? vale mamá (C ya ha dicho que pasa, ay los casi 13).

mis lecturas de mayo

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Mayo ha sido mes de lectura fácil, de novelitas entretenidas y ya. Todo muy csi. El cuerpo del delito , de Patricia Cornwell;  El olor de la noche , de Camilleri;  Ella Mahé , de autores varios; el relato Largas noches de lluvia , de Marc R. Soto; Y por fin, el silencio de Alicia G García y La suerte de los irlandeses , de J.L. Rod. Así, si me preguntáis me quedo con Ella Mahé , un cómic estupendo cuya historia se desarrolla en Egipto y va de misterios y excavaciones. Ella Mahé es una restauradora de documentos antiguos a la que acude el museo de El Cairo para que trabaje sobre unos pergaminos. Ella Mahé tiene los ojos de diferente color, como los tenía la primera hija de Akenatón y Nefertiti, desterrada de la corte. Ella Mahé se ve envuelta en un follón monumental.

los días largos

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Los días largos empiezan con sueño y terminan insomnes. Los días largos están llenos de gente que se ríe y no sabes por qué. Los días largos suelen llevar un pleno incorporado y una comida. Y son de mucho hablar. Los demás. Que yo me evado de rechupete. En los días largos me molesta que abran la puerta. Y que la cierren. Me molestan los ruidos y las chorradas. Estoy cansada desde que me levanto y no me apetece vestirme, pero me visto y salgo porque no puedo quedarme en casa y ya. Los días largos son pereza. Son mal. Son ganas del cabo de gata. Son muchas esperanzas de dormir. Un teléfono que echa humo. Mal humor. Zases en toda la boca. Gesto serio. Repito lo del mal humor. En los días largos ¿qué ha pasado que me ha colocado aquí? Y mucho calor. Y echar mucho de menos el cielo gris y el olor de cuando llueve. En los días largos ando sin pins y sin poder aprovechar su ausencia. Compruebo periódicamente si alguien se ha acordado de mí y si es que no, rollo, y si es que sí, rollo t

barking dog don't bite, pero qué mierda...

¡Levántate! Te voy a dar dos hostias que te voy a arrancar la cara y otras lindezas del mismo cariz son las que ponen en pie diariamente a la niña con la que comparto tabique. Me parece indignante que un enano mental tenga la osadía de tratar así a sus hijos. Con gritos, con insultos y con amenazas constantes. Es lamentable, pero es la forma en la que muchos adultos tratan a los niños, sin ni siquiera pensar que se están dirigiendo a personas. No creo yo que al padre de marras le guste despertarse a base de gritos e insultos ajenos. Cada mañana pienso en los dos pobres niños del tabique. En que para ellos eso es lo normal. Que les griten, que les desprecien y que les humillen diariamente es su vida y cuando alguna vez me cruzo con ellos, van tan felices, dando saltitos y eso. Y a mí se me rompe el corazón un poquito más. No saben que otros se despiertan con besos y con canciones y con caricias. Asumen unos padres que gritan, y les quieren y seguramente les admiren en su

las semanas y mis cosas (X)

Últimamente ando de vida social y con ganas del viernes, que será paz. Empiezo a salir de la cueva, se ve. Y moouula. He sentido la gran alegría de volver a ver a S y la gran pena de volver a despedir a M. También, un ratito de chicas con A. Y un fiestón-sorpre de cumple. Todo muy superb. M vive desde hace dos años en Australia, nada menos. Ha venido un par de meses, los justos para casarse y dejarse ver y abrazar y mimar por todos los que la queremos. Mañana vuelve a vivir cabeza abajo y –jo- me dio penita despedirnos otra vez. Estaba tristilla y su media sonrisa no me ayudó a sentirme bien cuando nos separamos en Ópera, ella a sus maletas, yo a mis comisiones. Es que Australia es taaaan inaccesible. No es un lugar al que ir a pasar el fin de semana y allí se siente, pues eso, sola de Madrid.

nifunifa

Ayer llegué a casa -de reuniones- a las doce menos cuarto de la noche. No me pude dormir hasta casi las dos y a las ocho andaba ya desayunando paradojas. Pan con nocilla e infusión adelgazante. Soy lo peor. I know. El infovirus que ayer ya barruntaba se ha convertido en tres horas sin poder hacerme con el ordenar. El informático con su avanzadísimo vocabulario -chico-no-te-entiendo-y-ya-puestos-tampoco-me-dediques-mucho-tiempo-que-me-da-igual- ha usurpado mi silla y me he trasladado con la agenda y los papeles a otra mesa y tiro porque me toca.

libro tradicional / libro máquina

Abrir mi manoseado ejemplar de Hojas de hierba ha terminado mi debate mental de anoche, pero como no me apetece desperdiciar el sesudo análisis os cuento que me han regalado un e-reader y durante esta semana he estado valorando las cualidades de las dos formas de enfrentarse a un libro. Así que, ¿Por qué decantarse por la lectura en máquina? Es tremendamente cómodo . Es pequeñito y manejable. Ni pesa ni abulta, lo que resulta ideal para llevarlo a todos los lugares del mundo -menos a la playa, así que se me haya ocurrido (objeciones playeras: (i) fatal la combinación pins-arena-agua-máquina y (ii) que lo manguen. Nadie se lleva un debolsillo croqueta arrugado, húmedo y rebozado de arena. Es mucho más atractiva la maquinita, que se revende y eso). La cosa es que durante esta semana, he ido a todos lados con mi e-reader en la mochila (antes, ya había utilizado este formato en el ipad, pero esto es mucho mucho mucho más cómodo). Incluso he intentado la lectura mientras ando

bucleando

Se levanta telón. La chica se acaba de duchar y tiene dos horas por delante antes de volver al trabajo. Se ajusta bien el albornoz y se deja caer en la cama. Abre el libro y mira de reojo el té.  Luego , piensa. La poli del libro se enchufa a Miles y  qué buena idea, con lo que me gusta Miles .  So what  y comienza a leer. Anda pendiente del tiempo y  son las cuatro y media, si a las cinco me pongo en marcha me da tiempo a dejarme algo de cena preparado, porque supongo que hasta las diez no llegaré. De verdad, qué pereza. También puedo aprovechar y preparo la comida de C de mañana. ¿Y qué hago?   Coge el té y vuelve a sumergirse en la historia de la poli enferma. El libro aún no engancha y  qué lástima tener que salir, con lo bien que estoy aquí. Si no fuera por los arturitos. Son pesadísimos. Los arturitos. Ya se han quedado con el mote. Como Antonio y los kosovares. Tendría que escribir la historia de Antonio y los kosovares. ¿Y si me levanto ya? Total, así voy cociendo el cala

Esos momentos...

Esos momentos en los que POR QUÉ ¿ Por qué tengo que ponerme el disfraz de orco para que M haga los deberes? ¿ Por qué tengo que gritar para que mis pins me hagan caso? ¿ Por qué tengo ganas de salir corriendo a la feliz lluvia de hoy y seguir corriendo y seguir y seguir hasta no saber dónde estoy? ¿ Por qué convierto media sandía en monísimos trocitos comestibles? ¿ Por qué -pero por qué- les dejo hacer cupcakes cuando sé cómo va a terminar la cocina?

de bolos

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Quehaceres laborales me han catapultado a tierras italianas. De los quehaceres no voy a escribir aquí. Todo resultó estupendo y francamente productivo. Lo que quiero es solazarme con el recuerdo de lo que he vivido los días de trabajo y los dos de ida y vuelta, que nos permitieron una idea aproximada del entorno que visitábamos. El día de la llegada aprovechamos para pasear por Bergamo, Saló, Brescia, Verona y creo que no me dejo nada (bueno, Iseo, el destino final). El de regreso, pateamos Milán. Bergamo es increible. No sé si al ser la primera parada (y la primera pizza) lo vi con ojos ansiosos de cosas nuevas. El caso es que me pareció una ciudad formidable. En realidad, son dos ciudades: la alta y la baja. La ciudad alta es la medieval, con sus callecitas y recovecos. Sus tienditas y los suelos empedrados. Vistas espectaculares y todo muy frondoso. Muy renacentista. Muy lleno de verde, flores y volutas. La ciudad baja, la moderna, también merece un paseo. Pero si no se

los cuarenta

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Llegan los cuarenta con sabor a pasta con calabacines y gambas. Llegan los cuarenta y estoy vestida con una falda verde larga y una camiseta negra. Llegan con dos hijos en sus respectivas decenas y con un gato de tres. Llegan con un trabajo diferente que se termina oh oh el año que viene. Llegan con mis padres y mis hermanos, con dos cuñados y un sobri, con una abuela, tres tíos con sus consortes y mis dos primas. Se quedaron en el camino tres abuelos y medio (ay, la tía A) y una tía. Y otras personas a las que también quería, claro. Igual pasa con los amigos. Unos siguen a la vista y otros desaparecieron. Pero al fin y al cabo soy lo que he vivido y todos los que me han acompañado me conforman llegando a esta edad tan redonda.

mis lecturas de abril

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Abril arroja un saldo positivo de 8 libros. Los de la foto. Esos mismos. Lecturitas muy ligeras para amenizar y distraer. Nada sesudo. Todo muy relajante y distraído. Muchos polis, detectives y forenses. Empecé el mes con Laura y el misterio de la Isla de las Gaviotas , de los guionistas Javier Holgado y Carlos Vila. Estos señores son los responsables de las historias de la serie Los misterios de Laura y el libro parece ser el comienzo de lo que se televisea. Por cosas de la vida, la prota y su recién estrenado marido deciden sobreponerse a su frutrada-en-el-último-momento luna de miel en una isla cántabra en la que sabemos que algo pasa. Algo de asesinatos, claro.

it's my party

Ha ocurrido algo extraordinario. He recibido un comentario ofensivo a una entrada del blog. Mi blog es muy de andar por casa en lo que respecta a vosotros, lectores. Básicamente familiares y amigos. Aunque me consta que también me leéis algunos despistados que pasabais por aquí. Hasta el momento siempre he publicado todos los (escasos) comentarios que habéis hecho, críticos o no, supongo que porque me gustaría que el blog llegara a ser algo más participativo que yo contando lo que soy. Y zasca, ayer recibo una sarta de improperios e insultos de un anónimo indignado por lo de los tacones. No se trata de un comentario crítico argumentado y respetuoso, sino de un conglomerado de rabia, bilis y espumarajos que sale de la boca.

torturas del siglo XXI: el despertador

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No me hace falta ni que suene para que me caiga mal. El mismo nombre –despertador- resulta perverso. Es un misterio cómo nos hemos ido organizando como sociedad para pasar del amable amanecer según los turnos de la naturaleza (dormir cuando anochece, despertar con los primeros rayos del sol) al tambaleo cerebral que provoca el escándalo de un despertador. Yo soy muy tradicional, y aunque no tengo reloj al lado de la cama desde hace tres años, mi alarma (otra palabra perversa) es el molesto pipi pi pi de siempre. Esto tiene sus cosas buenas -no me despierto con ritmos caribeños ni politonos macarrones- pero también sus malas – el amargor de escuchar el sonidito cuando alguien lo ha elegido como tono de llamadamensajealarmaloquesea y suena en el momento más inesperado y me catapulta al mal humor de todos los madrugones.

pinkeando

Terminé un libro hace poco y vi una serie ayer mismo, todo muy de chicas. Me gustan las cosas de chicas de vez en cuando. Disfruto un montón. Ni el libro ni la serie son buenos –a ver, no lo son para mí- pero me transportan al planeta de las miradas cursis. Teniendo en cuenta que yo tiro más a troll, el planeta éste me genera mucha curiosidad y bastantes risas. Porque ¿de verdad es necesario un armario lleno de taconazos? Mis botas de montaña y yo tenemos serias dudas al respecto. Con un poco de razón en la mano, el objetivo último de los zapatos, los maquillajes, poner caritas y la existencia de las peluquerías es la reproducción, ¿no? Y ¿en serio tenemos que entaconarnos para tener hijos? Yo he tenido dos sin encomendarme a los high heels. Y si me tengo que subir a unos que sea porque me gustan, no para gustar, demonios.

las semanas y mis cosas (IX)

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Escribo esta noche desde la terraza de casa pequeña. Una terraza tan mona, que hasta parece que oigo el mar si miro a mi derecha.   Tengo a ordenar sobre la mesa, acompañado de sus amigos cuaderno, bolígrafo y taza de té. Si estuviera dentro, me alegraría la vista una ramita de lilo que cogí ayer a la vuelta de un agradable paseo por la orilla del embalse, extra rebosante de agua y -horror- bichos primaverales de todos los tamaños y formas posibles. A Miau no le dejo mucho salir. Aún está aterrizando y me temo una escapada en toda regla, de esas de desaparecer para siempre jamás. Nos quiere, pero no deja de ser un gato con sus instintos y superioridades morales. El caso es que me mira desde el otro lado de la puerta que da a esta mesita desde la que escribo hoy.

las semanas y mis cosas (VIII)

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Desde la última vez que conté ha pasado de todo y todo –así, en líneas generales- bueno. Lo más destacado… decir adiós a mi former house y hola a casa pequeña, con todo lo que eso conlleva de ansiedades y montones que recolocar. Aún así, no se paró el mundo y encontré tiempo para caminar, ir al cine, comprarme un par de vestidos únicos y estrenar uno de ellos, cocinar (voy bordando las albóndigas y el arroz con calamares y gambas) y retomar el saludable hábito de librerear. Últimamente he comprado varios, interesantes y entretenidos. Para tener un poco de todo, de pensar, de aprender y de pasar el rato.

mis lecturas de marzo

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Ya adelanté el último día las que fueron mis librus de marzo. Con el rollo de los preparativos de la mudanza ytalycual , dejé varias lecturas a medias y esto que sigue es, a la postre, la parte de mis letras que me ha sentado en esta silla y esta terraza a pasar la tarde. Empecé marzo con Clases de literatura , de Cortázar. Un libro que con muy buen ojo me trajeron los reyes magos. El libro recoge un curso de literatura que impartió el escritor en una universidad americana, allá por los ochenta. Las charlas componen un libro de ocho capítulos (uno por cada clase) más un noveno, a modo de apéndice, que contiene dos conferencias que también impartió allí. Los capítulos son transcripciones literales de las clases y se dividen en dos partes: la explicación de cada tema por parte de Cortázar, acompañada de la lectura de relatos o partes de relatos y un turno de preguntas/respuestas con los alumnos. Los capítulos, las clases, se centran (evidentemente) en la literatura, en el proceso cr

me vais a perdonar...

... pero una mudanza me ha quitado por lo menos tres años de vida. Podéis entender mi (i) ausencia y mi (ii) próxima incapacidad temporal para sentarme y contar. Tengo previsto escribir sobre los libros de marzo, que fueron cuatro, pero de uno de ellos tomé tantas notas y -entre-nosotros- lo leí tan a principios de marzo que en este rollo de ordenar me da una pereza tremenda retomar ese trozo de la vida de antes. A ver si el jueves.

las semanas y mis cosas (VII)

Hoy ando atareada y de lluvias y con un mucho de frío en las manos, antesala del frío integral de las once de la noche. Y como ando sin calefacciones por no comprar más gas ahora que me voy de esta casa, pues eso, que ando calentando las manos con un poco de earl grey.  Recordaremos la semana de hace unos días como la semana del último . El último sábado que dormimos en esta casa, el último desayuno de domingo, el último día que volvemos aquí cuando acabe baloncesto. Todo muy triste y atormentado de no ser por la alegría postrer de esa lavadora que inundó la cocina el sábado a las once de la noche (la última lavadora) o los vendavales que se cuelan por las ranuras de las ventanas y puertas mal selladas (los últimos vendavales).

lugares que sí... La Acebeda

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Pasaba por aquí para cambiar el libro de ahí arriba a la derecha y vamosquenosvamos me he quedado porque me apetecía un poco escribir. Se acerca el cambio a casa pequeña y ando con desasosiegos importantes. Tengo líos de fechas, articulillos laborales pendientes de sentarme un rato, comidas que no se hacen solas y en general un batiburrillo vital, que a ver si me instalo pronto y ya tal. Y como el subconsciente es así, ando relajándome mentalmente en La Acebeda. El pueblo en el que desde hace yo no sé si mil años quiero tener una casita y -en largas temporadas- vivir.

las semanas y mis cosas (VI)

Las siete de la tarde y aún en pijama. He domingueado fenomenal, siestón incluido. También me ha dado tiempo a un par de domesticidades muy básicas y a desesperarme por los quince días que me quedan para montar la que va a ser mi nueva casa pequeña. ¿Una palabra que defina la semana que hoy acaba? Mueble. He trabajado, he visto patinar a C (es que es tan guapa), he estado de merienda campestre y de cumple en lavapies (la bisa, que va por noventa y cuatro), he encontrado un gato caput -todo muy puaj- en la entrada de mi casa, he leído, he completado el plan de ir a por M caminando en vez de en coche, he conducido castellana arriba y castellana abajo, he tomado cienes de tés, he disfrutado millones viendo a C&M hacer pulseras con gomas y lapiceros, he comenzado a seguir una serie nueva que se llama La caza , no he ido al cine, me he desapuntado definitivamente del gimnasio -tontería seguir con el autoengaño- y sobre todo he montado muebles.

las semanas y mis cosas (V)

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Ésta ha sido una semana de cosas bonitas y buen humor, de ver una ramita de pino en el suelo y meterla en un libro porque sshhhh en realidad es una palmera de una isla mágica.  Ha sido la semana de -por fin- pasear con calma (y también sin ella) por mi nuevo futuro salón.  Ha sido una semana en la que  t his magic music grooves me, that dirty rhythm moves me, the devil's gotten to me through this dance. I'm full of funky fever and fire burns inside me, boogie's got me in a super trance  no he podido controlar mis pies.

mis lecturas de febrero

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Febrero ha sido un mes bastante pobre en lecturas. La obligación de no salir de la cama -que yo pensaba que me iba a servir para leer y leer- se saldó con grandes cantidades de podcasts, de radios y de series on line. Todo muy de auriculares y tablets y smartphones. Ya en pie, tuve tiempo y ganas para Qué hacemos con la literatura , del que ya tuvisteis ocasión de leer mis impresiones (ver entrada "leer y seguir leyendo", publicada el 12 de febrero) y para dos poemarios de los que periódicamente recibo de Torremozas: Mujer sin alcuza , de Luzmaría Jiménez Faro y Rotundamente negra y otros poemas , de Shirley Campbell Barr.

de vendavales

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A las 2:30h de la madrugada un estruendo muy walpurgis me ha catapultado en carpa mortal a la ventana de la terraza de mi habita, abierta de par en par a la tormenta. Luchando contra el tornado y contra la puerta huérfana de picaporte -todo muy en mi papel, con los pelos ondeando furiosos y la vena del cuello muy hinchada- he conseguido mantenerla cerrada el tiempo suficiente para hacer un scaner mental de la situación. Puerta rota. Frío invernal. Hijos másomenos pequeños. Temporal. Ovillo de lana en la caja de los ovillos. Posibilidades del ovillo. Una, dos, tres, suelto la puerta que se estrella contra la pared y me lanzo en picado a por la lana.

las semanas y mis cosas (IV)

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Ésta que acaba ha sido la semana de querer mucho y poder poco. Aún ando con el ritmo cambiado y cada pasito es muy cansado-pesado. Aún así, he pasado momentos buenos, como esta tarde lluviosa de domingo de pasear despacito siguiendo el curso crecido del manzanares o la cena deliciosa de patatas a lo pobre. Entre medias, cerrar episodios feos que aún seguían abiertos, que también reconforta y descansa. Me encanta salir de casa y viajar en dos pasos a los árboles, los ríos, las piedras y los caminos de arena. Respirar aire que huele a invierno. 

paul

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C está preparando su primer examen sobre la parte de la historia antigua que se localiza a orillas de Nilo. Hay asignaturas, materias y temas en los que -¿veis?- puedo ayudar. Le sugerí Hatshepsut para un trabajo sobre un faraón. Fijo que abundaban ramseses y tutankamones y he conseguido un 100% de aciertos en el trivial egipcio de los últimos deberes. Desde siempre me ha atraído la historia antigua de Egipto. Tanto, que en mi habita adolescente las fotos que tenía en la pared eran de Tutankamón y de Paul. Nada de nachapops o madonnas. Mis ídolos, Tutankamón y Paul. 

la entrada de la discordia

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Gato ha estado tres semanas de vacaciones en casa de Ó (gracitas, guapetón). Ha comido mucho y bien. Es evidente que le han mimado horrores. Ha estado tranquilo y el inconveniente de no salir a callejear lo ha solventado con cenas suculentas de ternerita y pollo y mucho mirar por la ventana. Llegó ayer entre muchos grititos de alegría (míos) y esa indiferencia gatuna que se-nota-que-me-quiere-pero-no-nos-vamos-a-entusiasmar-más-de-la-cuenta. Me gustan los gatos y me gusta mucho miau.

las semanas y mis cosas (III)

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Al mal tiempo ya se sabe y hay que mirar siempre el lado mejor de las cosas.  Puse en marcha la semana dándome cuenta de que oh oh mi carné de conducir ni era carné ni me servía para conducir. Más bien era un papelín rosa desvaído y caducado hace la torta. Horror. Mi plan fuerteventureño pasaba por alquilar un cochecín y recorrer la isla de norte a sur y vuelta al centro a por las dormiditas. Inmediatamente -dada la imposibilidad de renovar en tan lamentable poco tiempo- pasé al siempre útil plan b: el de pasar el fin de semana en el centro mismo de la isla y aprovechar las ventajas del no coche. He descansado, he bailado, he jugado al billar que es algo que me sigue encantando (y ahora también a los pins), he paseado por un jardín de cactus, mucha playa, mucho mar, crepes, italianos, M y sus fósiles, meter los pies en el mar (que es algo que me encanta), ver los baños de ellos, insolarme... Por resumir, todas esas cosas tan de los cambios de aire.

mis lecturas de enero

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Acabó el primer mes de 2014 con un total de 6 libros en mi montón de "leídos". Se trata de Legado en los huesos , de Dolores Redondo, Ha vuelto , de Timur Vermes, Poeta de guardia , de Gloria Fuertes, Memorias de Idhún I: La Resistencia , de Laura Gallego, El beso más pequeño , de Mathias Malzieu y El cero y el infinito , de Arthur Koestler. Como dijo Jack The Ripper...

las semanas y mis cosas (II)

Si la idea inicial de escribir bajo este título crecedero era hacer un resumen semanal de las cosas que me pasan (que si lo pienso dos veces, a quién le interesa mujer escríbete un diario), la ejecución del plan ha salido tirando a chapuza.  Ya han pasado -si no he contado mal, que con estas penumbras en las que me gusta vivir podría haber ocurrido- ya han pasado, escribía, siete semanas desde que comenzó el año. Siete semanas, bueno seis, en las que he pasado por alto escribir sobre mis cosas. Semanas en las que he viajado, he reído, no he llorado, me he enfadado, he leído, no me han pasado cosas raras en pijama, me he creado excusas rarísimas para no ir al gimnasio, me he reunido, he trabajado, he estado dolorida, me han ayudado papiymami, nos hemos examinado (cuando una tiene hijos, vuelve a examinarse de fracciones, mesopotamias y metonimias), en fin, tantas cosas que he dejado de escribir por mi pereza legendaria que basta.

sin tregua

En el juego de la oca de este año del tatuaje he tirado los dados y zas de la casilla del hospital a la casilla de la playa. En unos diítas -5 para ser exacta- estaré paseando por Fuerteventura, con gran alegría para mis manos congeladas y qué voy a contar de lo de la nieve y los pies. Nos vamos los tres, con muchas ganas. A ellos les encanta saltarse el cole y el avión. A mí la temperatura y estar por fin juntos, después de todos estos días de ratitos. Nunca he estado en Fuerteventura y ando aún decidiendo si merece la pena alquilar un coche y dar alguna vuelta por la isla o si para un fin de semana nos conviene más un plan tranquilo de jugar en la playa, respirar iones negativos y ya.

escribir como venganza

Anoche escribí un cuentecillo-vudú. Puedo decir que hacía años que no me sentaba en serio con la intención de escribir una historia. Lo sé porque cuando llegó el momento de guardarla oh oh ni siquiera tenía una carpeta correspondiente a 2013. 2013, que ha quedado oficialmente declarado Año del Barbecho. Se ve que desde la soltería no encuentro el  sosiego, ni el momento, ni el lugar. No debería ser así, pero así es. O que se me embarulla todo de tal forma que no encuentro cómo desembarullar. Sea lo que sea, el caso es que anoche acabé con el periodo de reflexión y escribí un cuentecillo-vudú, con la intención inicial -luego llegará la otra, la literaria- de que cada palabra sirviera de alfilerillo y que la historia contada se trasladara a la persona objeto del protagonismo.

leer y seguir leyendo

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Pensaba yo que la convalecencia supondría la reducción drástica del montón de libros que habitualmente me rodea y para mi sorpresa no ha sido así. Hasta ayer, pasaron 10 días de no abrir uno y justo ayer fue que leí un ensayo breve de la colección qué hacemos , de la editorial akal.  Qué hacemos con la literatura. En apenas 60 páginas describe la situación actual de la literatura (nada que no advirtamos en un paseín por cualquier librería), sus causas, el objeto y nuestras responsabilidades como lectores y -en su caso- como escritores.