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Mostrando entradas de abril, 2014

it's my party

Ha ocurrido algo extraordinario. He recibido un comentario ofensivo a una entrada del blog. Mi blog es muy de andar por casa en lo que respecta a vosotros, lectores. Básicamente familiares y amigos. Aunque me consta que también me leéis algunos despistados que pasabais por aquí. Hasta el momento siempre he publicado todos los (escasos) comentarios que habéis hecho, críticos o no, supongo que porque me gustaría que el blog llegara a ser algo más participativo que yo contando lo que soy. Y zasca, ayer recibo una sarta de improperios e insultos de un anónimo indignado por lo de los tacones. No se trata de un comentario crítico argumentado y respetuoso, sino de un conglomerado de rabia, bilis y espumarajos que sale de la boca.

torturas del siglo XXI: el despertador

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No me hace falta ni que suene para que me caiga mal. El mismo nombre –despertador- resulta perverso. Es un misterio cómo nos hemos ido organizando como sociedad para pasar del amable amanecer según los turnos de la naturaleza (dormir cuando anochece, despertar con los primeros rayos del sol) al tambaleo cerebral que provoca el escándalo de un despertador. Yo soy muy tradicional, y aunque no tengo reloj al lado de la cama desde hace tres años, mi alarma (otra palabra perversa) es el molesto pipi pi pi de siempre. Esto tiene sus cosas buenas -no me despierto con ritmos caribeños ni politonos macarrones- pero también sus malas – el amargor de escuchar el sonidito cuando alguien lo ha elegido como tono de llamadamensajealarmaloquesea y suena en el momento más inesperado y me catapulta al mal humor de todos los madrugones.

pinkeando

Terminé un libro hace poco y vi una serie ayer mismo, todo muy de chicas. Me gustan las cosas de chicas de vez en cuando. Disfruto un montón. Ni el libro ni la serie son buenos –a ver, no lo son para mí- pero me transportan al planeta de las miradas cursis. Teniendo en cuenta que yo tiro más a troll, el planeta éste me genera mucha curiosidad y bastantes risas. Porque ¿de verdad es necesario un armario lleno de taconazos? Mis botas de montaña y yo tenemos serias dudas al respecto. Con un poco de razón en la mano, el objetivo último de los zapatos, los maquillajes, poner caritas y la existencia de las peluquerías es la reproducción, ¿no? Y ¿en serio tenemos que entaconarnos para tener hijos? Yo he tenido dos sin encomendarme a los high heels. Y si me tengo que subir a unos que sea porque me gustan, no para gustar, demonios.

las semanas y mis cosas (IX)

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Escribo esta noche desde la terraza de casa pequeña. Una terraza tan mona, que hasta parece que oigo el mar si miro a mi derecha.   Tengo a ordenar sobre la mesa, acompañado de sus amigos cuaderno, bolígrafo y taza de té. Si estuviera dentro, me alegraría la vista una ramita de lilo que cogí ayer a la vuelta de un agradable paseo por la orilla del embalse, extra rebosante de agua y -horror- bichos primaverales de todos los tamaños y formas posibles. A Miau no le dejo mucho salir. Aún está aterrizando y me temo una escapada en toda regla, de esas de desaparecer para siempre jamás. Nos quiere, pero no deja de ser un gato con sus instintos y superioridades morales. El caso es que me mira desde el otro lado de la puerta que da a esta mesita desde la que escribo hoy.

las semanas y mis cosas (VIII)

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Desde la última vez que conté ha pasado de todo y todo –así, en líneas generales- bueno. Lo más destacado… decir adiós a mi former house y hola a casa pequeña, con todo lo que eso conlleva de ansiedades y montones que recolocar. Aún así, no se paró el mundo y encontré tiempo para caminar, ir al cine, comprarme un par de vestidos únicos y estrenar uno de ellos, cocinar (voy bordando las albóndigas y el arroz con calamares y gambas) y retomar el saludable hábito de librerear. Últimamente he comprado varios, interesantes y entretenidos. Para tener un poco de todo, de pensar, de aprender y de pasar el rato.

mis lecturas de marzo

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Ya adelanté el último día las que fueron mis librus de marzo. Con el rollo de los preparativos de la mudanza ytalycual , dejé varias lecturas a medias y esto que sigue es, a la postre, la parte de mis letras que me ha sentado en esta silla y esta terraza a pasar la tarde. Empecé marzo con Clases de literatura , de Cortázar. Un libro que con muy buen ojo me trajeron los reyes magos. El libro recoge un curso de literatura que impartió el escritor en una universidad americana, allá por los ochenta. Las charlas componen un libro de ocho capítulos (uno por cada clase) más un noveno, a modo de apéndice, que contiene dos conferencias que también impartió allí. Los capítulos son transcripciones literales de las clases y se dividen en dos partes: la explicación de cada tema por parte de Cortázar, acompañada de la lectura de relatos o partes de relatos y un turno de preguntas/respuestas con los alumnos. Los capítulos, las clases, se centran (evidentemente) en la literatura, en el proceso cr

me vais a perdonar...

... pero una mudanza me ha quitado por lo menos tres años de vida. Podéis entender mi (i) ausencia y mi (ii) próxima incapacidad temporal para sentarme y contar. Tengo previsto escribir sobre los libros de marzo, que fueron cuatro, pero de uno de ellos tomé tantas notas y -entre-nosotros- lo leí tan a principios de marzo que en este rollo de ordenar me da una pereza tremenda retomar ese trozo de la vida de antes. A ver si el jueves.