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Mostrando entradas de 2015

cosas de diciembre

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Aquí dejo nuestra estrella de 2015, con mis mejores deseos para todo lo que está por venir. 

de todo un poco

Últimamente ando ocupadísima con los montones de actividades extras que me he propuesto hacer para llenar mis días de cosas chulas. Correcciones, traducciones, yoga, deporte, cursos, en fin. Supongo que es una buena razón para escribir menos, pero hay más. A veces me siento, enciendo el ordenar, entro aquí y lo intento. De verdad que intento contar algo de ese montón de antes, o de lo que pienso, o de lo que quiero, o de lo que sea. Me siento, enciendo el ordenar, entro aquí, lo intento y acabo saliendo de aquí, cerrando el ordenar y levantándome aotracosamariposa . No sé si es que tengo un mogollón fenomenal y no centro o si sufro un severo síndrome alaska-a-quién-le-importa, el caso es que entre unas cosas y otras me lleno de razones para la inacción bloguera vanidosa.

se me nota al andar

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El 1 de noviembre os conté que me apetecía el mar y el 6 de noviembre marché a Asturias, con mis pins, en una escapadita maravillosa que nos ha hecho muy felices a los tres. Nos alojamos en una aldea cercana a Lastres, muy bien situada para lo mío con los faros y para lo de M con los dinosaurios, así que podéis imaginar que de todo eso hubo.

madre mía, los sueños

Una entradita rápida para contar que esta noche he estado hablando con el mismísimo y estupendo Harrison Ford.  Después de bajar de un escenario en el que por cosas de los sueños estaba subida con algunos compañeros de trabajo (y no, nada de karaokes), nos hemos sentado en una terraza agradable, de esas con emparrado y verde. En mis sueños las terrazas deben ser de la Toscana. Lo del escenario y la terraza lo recuerdo que se me olvida, por eso no puedo afinar más.

una de café, faros y planes

Han tenido que pasar 41 años para que yo disfrute de una taza de café con leche. No está nada mal. Ni el tiempo que he necesitado, ni la taza de café.  Aún así, las cosas claras: larga vida al té.  Tenía el plan de describir las sensaciones de la taza de café de ayer (espectacular), que se mezclan con las sensaciones del Regreso a Yogas End (cambiad Yoga por Howards et voilà, juego de palabras típico de mi cabeza que no cesa, como el rayo de Miguel Hernández pero en infinito de peor). Tenía el plan de describirlo, contaba, pero me siento delante del ordenar y me empiezo a liar con otras cosas y ahora mismo no le encuentro ninguna gracia a escribir sobre una taza de café humeante y perfecta.

una novedad curiosa

Esta semana he empezado a colaborar en un programa de radio. El programa se llama El kiosco , y lo dirige Concha Romero, una mujer a la que apenas conozco, pero que me transmite una tranquilidad y una seguridad formidables. Además, con ella me ha ocurrido eso que nos pasa a todos de vez en cuando de congeniar.  Mi colaboración consistirá en aportar -en la medida de mis posibilidades- información sobre un tema doble que me parece fantástico: literatura y mujer. Junto así los dos asuntos que vertebran mis intereses personales en las áreas ocio y tiempo libre / reivindicaciones sociales.

el espejo y la nocilla

Hoy he llevado a C a una tienda a la que quería ir, y como era de esperar hemos acabado en los probadores. No voy a contar lo de ir a buscarla a las dos y media y comer pitando un sandwich en el coche para llegar antes de las marabuntas, porque no es el tema, pero es lo que he hecho por esa angustia extraña que me generan las multitudes. El rollo que os cuento hoy ha empezado en los probadores. Ella en uno, con sus montones de ropa. Yo en el de enfrente, sentada y resoplando y os-tras, si en este espejo me veo de espaldas. Y si me miro aquí me sale el perfil malo. ¿Y si me doy la vuelta?

estado civil: cansada

Está fenomenal tener planes y proyectos, y desde luego no lo cambio por días largos de mirarse las uñas y resoplar. Pero qué agotamiento, oyes . Tengo una sensación formidable de no dar nada a basto. Y el caso es que las cosas salen y salen muy bien y hasta medio duermo por las noches, a pesar del barullo que me organizan en el cerebro todos mis  ymañanatienesquehacer ... En el fondo (y en la superficie) me gusta andar metida en tantas cosas. Me gusta haber cambiado las tardes de manta y libro por tardes infinitas llenas de actividad. Me gusta ir cada martes a Madrid, salir a correr, el gimnasio de los jueves, el yoga -espero- de los viernes, haber retomado la obligación de escribir. Me gustan las nuevas tardes de los domingos. Las meriendas, los planes y hacer bizcochos de plátanos súper maduros para no tener que tirarlos que qué pena andar tirando comida. Me gusta trabajar. Y me gusta reinventarme, que es algo que últimamente hago mucho.

feminismos (I) las sinsombrero

¡Tenéis que verlo! Hoy he visto un documental que me ha fascinado. Se llama Las sinsombrero , y estoy deseando que llegue el fin de semana para ponerme a profundizar sobre la vida de ocho mujeres extraordinarias de las que apenas conocía -y no de todas- el nombre. El documental se refiere a la representación femenina de la generación del 27, que la hubo (y vaya si la hubo), un conjunto de mujeres que -al contrario de lo que ocurrió con los hombres de este grupo intelectual- cayó en el olvido.  Y este olvido, ahora que lo medio conozco, me parece tristísimo no tanto porque un momento histórico determinado las relegara a un segundo, tercer o lejanísimo plano (al grito cobarde y paleto de " las mujeres mejor en casa cuidando hijos") , que también, sino porque fueron despreciadas por sus propios compañeros de generación. Compañeros y amigos. 

paseo

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Contemplé tanto la belleza que mi visión le pertenece (Kavafis) Llevo dando vueltas a estos versos desde el sábado por la tarde. Me vinieron a la cabeza -supongo que fruto de esas asociaciones de las que escribía hace poco- después de unas cuantas horas en el Thyssen. No se me ocurre un plan mejor para un día sin prisas. 

una idiotez

Ayer no tocaba carrerita, pero como esta semana he estado chungui y me había saltado el lunes y el miércoles, decidí que buenovale , podía intentar retomar ritmo el viernes. Pero lo decidí con la boca pequeña y sin contárselo a mi compi, no fuera a ser que me llamara y tuviéramos que salir. Así que sobre las seis -estaba de aburrimientos- decidí ducharme, darme mogollón de cremas y oh oh del mismo entusiamo girlish, pintarme las uñas de los pies de un color rojo rojo veraniego por mil.

hoy os escribe mi ego

Esto es una tontería y tal (y además no considero que tenga mayor mérito), pero me apetece contarlo porque me ha hecho mucha mucha muchísima ilusión: Esta mañana ha caído en mis manos el primer libro en el que se han incluido dos relatos míos. Me ha encantado verlos ahí, tan maquetaditos en su nuevo formato, y releerlos (los dos son de hace unos cuantos años, de cuando escribía, ay) y pensar ayayay que no encuentre algo que me chirríe y encontrar en uno de ellos ese algo y pasar la página porque ahí ya no se puede meter la pluma y total para qué me voy a estancar en el horror. Qué pasada.

un día de fiebre

Ser mamita es incompatible con estar malita. Esta mañana he vuelto a comprobarlo. La congestión del domingo empeoró el lunes y esta mañana mi cabeza era puro plomo. Que no es que no lo sea habitualmente, sólo que esta vez era plomomoco . He dormido ceropatatero, con medio ensoñaciones rarísimas que recuerdo perfectamente. Nada de pesadillas, cosas rarunas y agitadas. Ayer hice lo que pude con los hijos. Fui a buscarles al cole, tarde de otoño, no me quiero duchar, por dios entra en la ducha ya, hacer la cena, cenar de aquella manera, recogiditas, mucho limón con mucha miel, cabeza que quiere explotar, lo de antes de medio dormir, levantarme a las seis porque para qué voy a seguir aquí con lo que me duele todo y su oxímoron de muuuuchas ganas de meterme en la cama y ya.

lunes lunero

El sábado por la noche tuve una superansia, y como lo mío con la carne no es por creencias religiosas me salté la tónica general de los últimos años con una hamburguesaca que por supuesto me sentó remal. Según la estaba pidiendo, según la traían, según la engullía pensaba madremía de esto puedo morir. Veneno puro para mi cuerpo. No había salido del restaurante y ya lucía un dolor de cabeza de escándalo. Llegando a casa el mal cuerpo iba tirando a sideral, el domingo me lo pasé entero sin comer y ahora tengo gripe. Y entre nosotros, no me compensó en absoluto. Pensaba yo que por el primer bocado merecería la pena lo de después y -se ve que he perdido facultades cárnicas- no fue así. Es más. Comer carne es rollo.

malhumorada

Llevo unos días con ganas de escribir pero para variar ni encuentro el momento ni me decido por un tema. Lo del libro lo relegué al número cincuenta y cuatro de mi lista de prioridades, así que cuando siento esto de escribir, las posibilidades que se me abren son limitadas: cuaderno o blog. Hoy que está de oferta, me decanto por esta vía más pública, más objetiva (lo del cuaderno... espero que llegado el caso se autodestruya en treinta segundos). Y ahora que tengo unos minutillos estoy decidiendo tema entre el rollo de la basura -eso sí que podía auto destruirse- y una reflexión sobre yo siendo valiente con la que ando de bucles.

montaña rusa

La semana pasada me comunicaron la muerte de un compañero de mi clase del cole y -además de la consternación inicial- he pasado unos días regu no por su muerte en sí, que también, sino por todo eso que se nos junta en la cabeza (y un poco más abajo, en el estómago) cuando recibimos una noticia de este tipo. Me he sentido triste y apesadumbrada y a la vez sorprendida por toda esta pena. No era un compañero al que yo hubiera estado especialmente unida -de hecho, no había vuelto a saber nada de él prácticamente desde los 18 años- pero sí que es una parte de mí, como el resto de compañeros, y me he dado cuenta de que pasados taaaaantos años, son personas a las que inevitablemente y a pesar de todo me unen sentimientos de cariño.

bien

Estoy avanzando pasito a pasito por un caminito nueeeevo . Si tuviera un bebé le cantaría esto que leéis, haciendo avanzar el índice y el corazón desde los piececitos hasta la tripilla gordinflona. El bebé se reiría y yo sería doblemente felicísima por la sonrisa y por el nuevo camino. Como no tengo bebé (aunque estoy a la espera de dos (2) sobris), pues me limito a tararear la cancioncilla que me ha venido hace un rato a la cabeza, cuando me han comunicado que he quedado oficialmente inscrita en un curso de corrección oficial de textos. Que ya veis la chorrada, pero entre esto y lo del yoga y lo del seminario de violencia de género y lo de la filología (si cae) me siento entusiasmadísima.  Empezar cosas nuevas mola mil. Después de cuatro años de recomposición emocional, empiezo a hacer planes, a organizarme, a reinventarme. Esta última palabra es de revista femenina y eso me espanta, pero ya la dejo aquí porque me ha hecho gracia que me viniera a la cabeza.

asociaciones

Hoy me he despertado con lo de mañana, que empieza el cole y la vida retoma sus rutinas fenomenales de tardes de otoño y libros. El runrún de hoy está siendo -por esto de la vuelta a la vida normal- volver . La canción aquella de Gardel que no tiene nada que ver con esto que me traigo entre manos, salvo que vuelvo. Pero mi vuelta es otra. Es la vuelta a los madrugones de madre que adora dormir por las mañanas y escribir y leer de madrugada, a insomnios  angustiosos   no-me-voy-a-despertar-a-tiempo-no-llegan-al-cole-fijo . Es la vuelta a las tardes en casa, con sus cenas diarias. La vuelta a los días cortos y las tardes oscuras. La vuelta a los paseos al embalse de los fines de semana, justo después de comer.

las cartas

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Todos los días vienen con sus sorpresas y ayer no fue una excepción.  Me estaba preparando para el diísima largo y completito de piscinacomidameriendacenaycinenocturno  (así, sin anestesia y sin parar) cuando recibí un mensaje completamente inesperado acompañado de la foto ésta que veis, que es de las que catapultan a otras vidas. Lo cierto es que mi capacidad de reacción resultó bastante limitada. El sinvivir de preparar la bolsa de la pisci x 3 y discutir también x 3 hizo que el mensaje me resultara muy confuso.  Se me ocurrieron muuuuuchas preguntas ¿Y esto? ¿Quién me lo manda? ¿Es Castell de Guadalest? ¿Llevo perlas? ¡Me encantaba esta foto! ¿De dónde ha salido? ¿Qué habrá sido de la chaqueta? Espera a ver ¿no llevo anillos? No, eso debió empezarme después. Madremía, los recuerdos.  Y yo sin tiempo. No tardé en reconocer al remitente (eso del whatsapp es rollo si no tienes la lista de contactos en orden), a pesar de la foto del perfil o como se llame, que

volver

Yo no sé si será cosa de ser mamita o si es algo común a todos: volver de vacas mola mil. Que no es que se esté mal en la playa a tope de calor y de sudores, que no es eso, es la paz de llegar a casa y empezar a organizar lo que se me viene encima en unos días. Partiendo de la base de que las vacaciones son necesarisísimas, personalmente me gustan más los fines-de-semana-willy-fog. Llega febrero y pumba, cuatro días a Fuerteventura o a Copenhage o a donde sea que nos valga con esos pocos días de descontectar. Las vacaciones en verano a mí se me se hacen muy largas y eso que mis pins son mayores y cualquier cosa con ellos ya es fenomenal (salvo esos momentos de hermanos enredados en peleas sin fin, de los que intento escapar a-mí-no-me-lo-cuentes-eso-lo-resuelves-con-C/M).

lucía fontanera

Hace dos días puse la lavadora y se inició un drama de tuberías formidable.  Oía el ruido de agua cayendo y hacía como que leía en el salón, pero en realidad me había convertido en bruja, pensando con maldad y sonrisa burlona en el vecino que se había dejado un grifo  abierto . Intrigada por la insistencia del agua que no cesa, decidí ir a hacerme un té no fuera a ser yo la del grifo abierto y os-tras, mi cocina se había convertido en sede de los mundiales de natación. Ay, el karma.

la evolución de los rincones

Ayer estuve montando una mesa y un rincón. La mesa para el rincón. Mi nuevo rincón preferidísimo en casa pequeña. Y cuando me acosté me puse a pensar que yo soy mucho de rincones. Y que tenía que escribir sobre ellos. Los rincones especiales molan mil. Y el nuevo me va a regalar muchos momentos buenos. Como el de ayer. Cuando todo estuvo listo me preparé una cenilla y me senté en paz a terminar el libro que me traía entre manos (curioso libro, me pareció malísimo pero me sacó auténticas carcajadas. Aún ando pensando qué decido sobre él). Pero de vuelta al rincón, me va a servir para cenar y para leer, para desayunar, para compartir momentos con amigos y para hacer yoga si consigo levantarme al alba. Ostras, y para escribir. Es un rincón formidable para escribir.

julio

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Julio es el mes súper en el que nacieron mis pins. Sólo por eso es una fiesta desde que empieza hasta el ultimísimo día. Una fiesta y un cansancio monumental. Si a la fiesta y al cansancio le añadimos el calorazo y la asfixia podría considerarlo un mes infierno, pero no. Es un mes pichi, siempre lleno de cosas chulas. El calor éste horrible que estamos pasando en la meseta me catapulta a la cama según entro por la puerta. No me sale hacer nada más que tumbarme y dejar pasar los días, esperando el otoño que no llega (y que no llegue en agosto, por otra parte). Tengo millonazos de planes que se quedan en una lista mental que no me sirve para nada, porque mis listas mentales son un fiasco de memoria fatal.

el faro del silencio

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No sé muy bien cómo fue que dejé de escribir sobre libros. Nada premeditado. Sólo pasó. Supongo que cada una de las entradas llevaba aparejado tanto trabajo que al final pudo el "para qué" y en mi cabeza se dibujó una idea estupendísima: escribir sólo sobre libros que me hayan enganchado millones. Desde que empezó el año -como no podía ser de otra manera- han caído unos cuantos. Novela negra, novela rosa, novela lumpen, novela autobiográfica, novela gráfica, poesía siempre, algún ensayo, alguna biografía, libro tradicional, libro electrónico. Qué os voy a contar. Que yo recuerde ahora mismo, desde que dejé los recuentos mensuales únicamente he escrito sobre Alma salvaje , de Cheryl Strayed. Por la historia y las imágenes. Esto no quiere decir que el resto de cosas que he leído no sean pichis, pero tienen en común la característica de no haberme emocionado más allá de pasar un buen rato y disfrutar de leer.

el campito

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“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla” (Antonio Machado) Anoche, mientras volvíamos a casa, me martilleaba este verso en la cabeza. Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla . Volvíamos a casa, muy la entrada la noche, desde El campito. Mi infancia son recuerdos de tardes de campito. El campito es la casa de mis veranos. La casa de mis abuelos. La casa de la familia y de los amigos. También es casa en algunos días de otoño, tan llenos de chimenea. Me acabo de acordar de que cuando éramos peques nos hacían palomitas en la chimenea, en una sartén negra con tapadera.

pegapegos

Yo me muevo según el viento -como muchos, supongo- y uno racheado del norte me ha devuelto hace un rato a lo que estaba haciendo en abril. Yoga, fundamentalmente. Dos meses sin apenísimas dedicar unos minutos a tantas cosas, que ahora se me amontonan encima de la vida. Pero la alegría es que me he levantado, me he sacudido las hojas que se me habían quedado prendidas en la falda, me he adecentado el pelo con las manos y lista para abrir el armario y vamos a ver qué tenemos por aquí. Camiseta fucsia, pantalones ¿pantalones, con este calor?, pantalones descartados. Un incienso por aquí, una musiquita relajada y relajante por allí. Mi esterilla bonita, mi zafú adorable, tan hecho ya a mi peso y forma. Un poco de padmasana y vamos a por ello.

así, sin acritud ni nada...

- Let's speak in English. This way they won't understand us. - Oh, what a gorgeous idea, sweetie! You are quite smart. ... Vamos a ver Mari, cómo te lo cuento. Que si quieres que el de al lado no se entere, lo del inglés ya no mola. Te sugiero que -si no tienes ya edad para aprender chino o ruso o noruego o algún dialecto minoritario, viejuna (que no me engañas a pesar de esos pantalones jipis)- te trabajes un lenguaje en clave, como el que inventan mis pins cuando no quieren que me entere de sus fechorías. Claro, que eso exige una inteligencia que no te presupongo, visto lo visto. Así que mejor utiliza el viejo truco de hablar bajito y comunicar más con las miradas que con la voz. ¿O es que nunca jugaste al mus? Es verdad que puede que tus interlocutores no estén a la altura. Mi consejo, si sientes este pequeño contratiempo, es que utilices los viejos trucos de sentarte más lejos o cambiarte de bar. Que es que los de al lado -a estas alturas d

junio

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Hace un mes que no escribo nada y desde entonces han pasado toneladas de cosas. Escribo con gafas, por ejemplo. Claro, que aún ando en la tozudez del quitaypon . Veo mejor con ellas, pero me resisto a usarlas. Un día yanopuedomás decidí ir al médico y -cosas de la edad- ahora soy una gafitas a tiempo parcial. Junio es uno de los meses que más me gustan, junto con abril y octubrenoviembre , y puedo decir que a pesar de las muchas tensiones de este junio diferente, he descansado y he disfrutado de los días largos y las noches calurosas. He seguido corriendo (llegando a la cima de los cinco minutos) y he dejado de hacerlo por la suerte de unos días en la playa. Retomarlo a la vuelta ha sido complicado, pero mañana lo intento.

italia mola mil

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Unos días en Italia, aunque sea por trabajo, nunca vienen mal. Cambiar de aire es fenomenal. Y de rutinas y -me vais a entender muy bien- de comidas. El cambio de comidas ha sido un gran paso para mi sonrisa.  ... Los viajes de trabajo siempre son rollo para el que los hace y ganan las olimpiadas de dar mucha envidia a los que se quedan. Son rollo porque no puedes hacer las mil cosas que harías de viajera y eso sólo lo sabe el que está en ello, los de la envidia se imaginan cosas que en realidad son no rotundos. Aún así, regalan momentos buenos. Se comparten experiencias diferentes, resulta más fácil reírse que en un día normalito de oficina, lo de la comida de antes, los nervios, la satisfacción de cuando todo sale bien, las anécdotas con las que abrasar a los preguntantes a la vuelta. Como aquél primer día en el que los zapatos y yo empezamos con mal pie y tuve que volver andando descalza al coche que -entre nosotros- no es algo que me espante ni mucho menos. O

sola

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Hace muchos años -puede que en el siglo pasado- estaba aburrida en casa y decidí salir a dar una vuelta. Pasé por la puerta de un cine y sin pensarlo dos veces compré una entrada para lo primero que fuera a empezar. La afortunada fue una película española -se llama sobreviviré - protagonizada por un entonces casi adolescente Juan Diego Botto (por cierto, este chico es un amor) y por Emma Suárez. Es una historia de amor blablablá nada del otro mundo si no fuera porque una de las canciones de la banda sonora -ya que estoy, una gran banda sonora- me martillea el cerebro en cada cruce de camino.

ayer en la plaza

Ayer estaba en la plaza, sentada en las escaleras que suben al ayunta. De repente, un señor se me acercó para decirme "menuda cara tienes, con lo alegre que eras cuando te conocí. Entonces tenías no sé qué en la expresión, pero desde luego no esta cara de enfado que tienes ahora".  Y se fue. Tan pancho como había llegado. Y ahí me dejó, sin aire, pensando ostras, lo mismo se me ha agriado un poquito el carácter . Y este pensamiento ha estado ahí haciendo de las suyas y hace un rato, en la ducha, he pensado en escribir sobre ello. Y en vez del cuaderno, he cogido el ordenar.

21

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Hace unos días fotografié el camino de correr. Aún ando con el encéfalo en shock. El encéfalo y el millón de músculos que definitivamente sí tengo y que ahora -aquí sentada con las piernas en alto- siento latir a pulsaciones que pueden llegar a rozar la estratosfera. 21 minutos de carrera mezclados con sus correspondientes tramos de caminata. 21 minutos. Uno detrás de otro. Igual que los pasos. Uno, y detrás otro.  Tengo cada minuto grabado a fuego. Cada cuesta, cada piedra, cada bajada, cada maldita mosca, cada gota de sudor. La cabeza que parece la cabeza de una cerilla ardiendo. El aire que hoy -maldito polen, maldita primavera- llegaba mal y escaso. El amor propio de no dejarme parar.

a vueltas

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Acabo de terminar mis primeras 41 vueltas al sol y -entre nosotros- el viaje ha ido bastante bien. Sin prisa y sin pausa. Con una fuerza interior que a veces es de colores y a veces gris, pero que en ambos casos me mueve. Un paso detrás de otro y detrás de otro y así, que me recuerdo al gran whitman y su born here of parents born here of parents the same, and their parents the same . Me recuerdo, evidentemente no me parezco. Ni lo pretendo, of course. 41 vueltas acompañada de personas, animales, música y cosas que la mayoría de las veces han mejorado el viaje. Otras, las menos, han resultado un incordio. Algunas me acompañan desde el principio, otras se han unido a la caravana hace poco. Las hay que hicieron un alto en algún momento y acabé por perderlas de vista. Otras no pudieron seguir.  Otras se van y vuelven a ver qué tal.   Todas, las que están y las que no, las buenas y las malas, las que empujan y las de las zancadillas... Todas están y mis 41 vueltas no hubieran sido las

pfffff

He pasado estos días feliz ante la certeza cercana de verme los pies a través del agua del mar. Los pies, que no tengo claro si llegaré a las rodillas. El frío, lo típico. Y es que en cinco días tengo celebración cumpleañera marina. Con mis pins. Los tres y la playa. La perfección. Y sabiéndome en el mar, he dedicado este fin de semana tan festivo a descansar. Iba a poner a ser un poco moñas, que también, pero al final me he decantado por el descanso. Que tampoco es descanso, es... ¿paz? Es yo sin to-dos , que si os fijáis me ha quedado ideal, sin to dos y sin todos. Juego de palabras.

blue

Así ando, como de lluvia. Mañanas como cuestas. Ansiedad de mil pares de tigretones. Altibajos formidables (ahora bailo, ahora uf). Pocas ganas de hablar. Pocas ganas, en general. Tareas que se amontonan y menos mal que ayer me sentí un poco normal. ... Os cuento. Hoy me he despertado intensita y en este vaivén de emociones mañaneras, ya digo, grisillas como de tarde de lluvia, me he preparado el tecín de sin-él-no-empiezo-el-día. Ahí estaba, dando vueltas por casa pequeña sin hacer ruido por no despertar a mis pins y qué hago pues voy a escribir un rato, a ver si me entiendo o algo.

el misterio de los calcetines y otras nimiedades

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Me vais a decir que lo de los calcetines nos pasa a todos Y tenéis razón. ¿A quién no le ha desaparecido alguna vez alguno? Es lo típico que dejas dos en el cesto de la ropa sucia y al final del proceso sólo tienes uno en el cajón. Sin embargo, mi misterio es mucho más misterioso. Millones de misterioso. Misteriosísimo.  Mis calcetines se reproducen.  Me di cuenta hace unos días, guardando la ropa. Fui a colocar unos cuantos pares y os-tras, no me cabían en el cajón. Y ahí me quedé pensando ¿desde cuándo tengo yo toda esta cantidad de calcetines?

madremía

Puede que esté entrando en la obsesión de los cuarenta. Ésa de querer sentirse joven y estupenda. O puede que esté enloqueciendo. ´ Ayer salí a correr.  Aún sigo asombrada por (i) la decisión, (ii) haber sido capaz de llevarla a cabo y (iii) el resultado. Vale que salí con una amiga y eso lo hizo todo más llevadero. Hicimos un 5-2. Ya sabéis, caminar 5 minutos, correr 2. Entre nosotros, nunca pensé que llegaría a correr los primeros dos minutos sin parar y oye-ya-si-eso-sigue-tú . Pero contra todo pronóstico lo hice. Corrí los dos primeros minutos y las siguientes 5 tandas. Y anduve 5 por 7. Y además, con cierta gracia. Nada de babas ni respiraciones agónicas. 

yo con dolor de cabeza

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Anoche no dormí especialmente bien y esta mañana he tenido un dolor de cabeza formidable. A la vista de que no iba a poder avanzar mucho desde el punto de vista -digamos- intelectual, he aprovechado este viernes para poner un poco de orden en el barullo de espacio en el que trabajo. Y ahí, mientras me dedicaba a una limpieza de papeles sin precedentes, me he descubierto mirando pensativa esa lámina que podéis ver al lado de la ventana de la foto de al lado.  Es una lámina que reproduce un cuadro maravilloso de Kandinsky. De hecho, si alguna vez me preguntaran por mis cuadros preferidos éste sin duda estaría en mi respuesta.

sopor en venecia

Llamadme hereje, pero Muerte en Venecia me parece un tostón. Vi hace unos días la película, inflada por los extraordinarios comentarios que siempre he oído de ella y nada, oyes. No me interesó nada. Acepto la música (maravillosa), acepto las imágenes preciosísimas y delicadas. Acepto Venecia. Acepto el retorno al pasado. Pero  No sé si el argumento ha quedado arcaico en este mundo de predators y matrixes o que directamente no entiendo a un hombre que desafallece de amor platónico por un quinceañero rubiales. Puede que la tensión homosexual en los años 70 tuviera un gancho que ahora no imaginamos. Y que eso, unido a la belleza evidente de las imágenes de la peli, hagan de este par largo de horas una película de culto. Puede, pero entre nosotros -adelante, soy insensible o vulgarucha- la peli es un aburrimiento sublime. Sin embargo, estoy segura que el libro del que sale es extraordinario y he decidido leerlo. Me resulta curiosa esta necesidad de leer el libro y reco

el pijama

He descubierto la causa de mi pereza legendaria. O lo mismo he descubierto el resorte capaz de ponerme en movimiento cuando todo se me dibuja con la lentitud de un atardecer en el cabo de san Vicente. Qué imagen tan poética para acabar contando un pijama. Que el resorte -mon cheries- es un pijama rojo y tremendo que saqué hace unos días de un cajón, y que me puse después de una ducha estupenda, aún no sé movida por qué (el pijama, no la ducha). No recuerdo de dónde salió el pijasorte. Por su aspecto, diría que es un regalo de abuela, pero no recuerdo que mi abuelilla me haya regalado un pijama jamás. Pijasorte es un dos piezas muy conjuntado que en la parte-camiseta luce un oso amoroso -de esos osos amorosos que muchos recordaréis si hacéis un esfuerzo y si no, google y ya- con un corazonaco gigante y también muy rojo y unas letras que juntas hablan de una cualidad que -entre nosotros- sólo saco a pasear (y mucho) de la mano de mis hijos.

periscope-shaped hood

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Mis dos últimos días son un libro. Camino leyendo, como leyendo, me acuesto y leo hasta que de madrugada me preparo despeinada un casi desayuno y me vuelvo a la cama de día de fiesta a sentir la felicidad de la paz y lo que leo. He terminado hace un ratín la historia que me traía entre manos y antes de comenzar con la siguiente me he planteado la alternativa de salir a pasear o escribir un rato. No estoy saturada de leer, pero temo caer en una espiral de palabras que me deje ko. Lo del paseo es pereza. Por el tiempo que hace, sobre todo. Tan ideal para verlo a través del cristal. Pero, ¿sabéis qué? Voy a salir. Que me dé el aire. Me parece que me va a sentar bien un ratito de ríos y piedras.  Luego ya. Con nocturnidad y mentes despejadas vuelvo y cuento lo que sea que me dé por contar hoy. Además, me llevo la cámara de fotos.  So long.  ...

al hilo de los exámenes de marzo

Una de las cosas más fascinantes de tener bebés -vale que los míos ya andan caminito de los veinte, pero siempre serán mis bebés - es darnos cuenta del montonazo de cosas que sabemos. Y no me refiero a las intuiciones maternales -¡ostras! cambio pañales, soy capaz de montar un menú sanísimo y supernutritivo, cuidado con el azúcar y las heridas sangrantes se curan sin desmayarse- no me refiero a ésas, sino a las que se aprenden en las larguísimas horas de cole. Aquellas horas en las que pensábamos "y esto para qué demonios me va a servir, si yo soy más de letras que el quijote ". Y venga a hacer integrales y matrices y derivadas y polinomios y senosycosenos o aquello de las piedras que cristalizaban de mil maneras diferentes, por no hablar de la física. En serio, la física es mi gran ¿por qué?. Nunca me he enfrentado a algo tan ajeno a mí en cualquiera de mis versiones -pasada, presente, futura, simpática, antipática, alegre, muerma, comedida, pensante, dormida, viajera,

cosas que me gustan

Estoy cantando y como hacer dos cosas a la vez -imaginad escribir y cantar- es chungo, vais a perdonar el título de esta entrada. No se me ha ocurrido nada mejor. Que no es que me curre habitualmente los títulos, pero éste de hoy ha sido muy lo primero que se me ha pasado por la cabeza. Me ha entusiasmado un libro que terminé ayer mismo y tenía que compartirlo con quien sea que lea esto que cuento. El caso es que además del libro, me he creado una lista Lucía en el spoty con todas las canciones de mi historia y ando ¿os acordáis de aquella escena de tom cruise bailando por la casa en calzoncillos con una cuchara de palo de micrófono? así. Cambiadme los calzones por pantalones de la primavera que empieza y haceos una idea. Estoy saltando angel of harlem (en serio, ¿no hay nadie que quiera acompañarme a verlos en octubre?) y entre salto, graznido, cuchara y moonwalk me asomo aquí a contar lo de Wild .

nada

Mis últimos días han resultado activos y frenéticos. Sin tiempo para parar, más allá de algún ratito (lo intento) diario de vinyasa. La semana pasada resultó agotadora y la anterior digo yo que también. Encuentro aquí y allí momentos de lectura facilona. El resto, un enorme a-ver-si-se-me-gastan-las-pilas-un-poco-o-qué. Y de repente hoy. Una isla. Llegar a casa a las siete y media y no tener nada a la vista. Nada que hacer. Nada que pensar. Nada de nada. 

lágrimas de cocodrilo

La semana pasada me saqué el cinturón negro de lágrima fácil. Se me emborronaron los ojos por todo o todo lo que pasó fue lo suficientemente intenso como para lo de los ojos y las lágrimas. Lloré de emoción el martes, sin ir más lejos, cuando volvía en el coche del centro de discapacitados en el que colaboré como voluntaria, echando una mano con cosas de yoga. Al llegar al aula donde nos esperaban se me organizó un nudo fenomenal en el estómago, de esos que tardamos en deshacer. Me hice la fuerte y me enganché a Elena, una mujer con síndrome de down enganchada a su vez a un teléfono de juguete, a la que acompañé durante toda la clase. La acompañé, nos abrazamos, hicimos travesuras, hicimos un guerrero es-pec-ta-cu-lar, me puse al teléfono para hablar con su amigo Sergio, del pueblo, y un montón de cosas más. La semana que viene vuelvo, con muchas más ganas, si cabe.

últimamente...

... ando llena de energía y ganas de hacer cosas. Además, me he sacado el cinturón negro en voluntad de hierro y todo lo que me propongo se convierte en una experiencia realísima. Estoy desconocida. Esta semana tengo un plan súper. Voy a empezar yoga-voluntariado en un centro de disminuidos psíquicos. Ya iré contando la experiencia. Estoy ilusionada, como con todo lo que me está ocurriendo de un tiempo a esta parte.

munich

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una semana para colgar unas fotos y hoy ya paso

Por el viernes paso de puntillas: salir del trabajo, C que va al cine, M a casa de un amigo. Yo voyvuelvo de un lado a otro. Llegamos a casa y chicos, soy una madre no un chofer, lo de hoy no se va a volver a repetir, tenedlo claro , pizza, peli y a dormir. Todo lleno de buen humor, sonrisas y besos. Sábado de pijama para ellos y de felicidad para mí, que salgo, voy, vengo y sobre todo compro los ingredientes de las comidas que he programado, en plan madre en los 50. De hecho, durante un rato del fin de semana sólo me salía tararear aquello de papas con arroz, bonito con tomate, cochifrito, caldereta, migas con chocolate, cebolleta en vinagreta y no sigo que me falta el delantal. Resultado: lentejazas, guiso de calabaza y caldereta (yo creo que de ahí la insistencia del estribillo de antes) de patatas y calamares. Todos los ingredientes re-frescos y todo cocinado con cienes de amor, fuegos lentos y buen humor.

una noche en la ópera

Ayer estuve en el Teatro Real, escuchando el nuevo repertorio de Juan Diego Flórez (ópera francesa del siglo XIX, desconocidísima para mí, a excepción de Carmen) y la experiencia merece una reflexión. Así para empezar, la música sinfónica mejor en el auditorio. El Teatro Real está preparado para lo que está preparado y la orquesta no emociona. Hacía bastante tiempo que no me dejaba caer por un evento de estas características –creo que el último fue una Novena de Beethoven, a la que llevé a C- y me entusiasmé según me sentaba, no digo nada de cuando salió el primer violín y por qué he tardado tanto en volver . El repertorio, seguramente por desconocimiento, no fue de mis preferidos y –salvo un poquito al final- no llegó a emocionarme. Aún así, me sentí muy feliz. Feliz de estar allí, de volver, feliz de escuchar música clásica en directo, feliz de compartirlo con mi familia, feliz por un regalo tan especial.