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Mostrando entradas de febrero, 2018

Qué cosas, ¿verdad?

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Esta tarde estaba escuchando (y cantando y bailando, para qué evitar este espinoso asunto)  Every breath you take , de The Police y me pregunta Claudia que por qué escucho una canción sobre un violador, que si no me parece lamentable y poco adecuado. Pffff. Esto, amigos, es la brecha generacional. Y no sé si me da pena o si me gusta, la verdad. Yo nunca me había planteado esta canción como un ataque frontal hacia las mujeres y -a pesar de la maternidad responsable- tampoco lo hago ahora, pero si escuchas la letra con los oídos de una primera vez, hoy por hoy, es cierto que resulta o puede resultar algo inquietante. Me da pena y me gusta, todo a la vez, os decía. Me da pena porque -jo- menuda forma de afrontar la vida, ¿no? ver el lado más oscuro de cada cosa, de cada canción, de cada mirada, de cada frase, de cada película. Interpretar todo en términos de me ataca o no me ataca. Yo nunca me he planteado que la letra de esta canción incitara al acoso hacia las mujeres o

hartolescencia

Todo llega. La adolescencia de los hijos también. Me repito como un mantra un cariñoso "Lucía, disfruta de esto, que luego pasa (porque todo pasa) y lo vas a e char de menos, como echas de menos ahora los pañales, los mofletes y los mocos"). Y lo intento, y a veces lo consigo, pero otras veces... Otras veces me quiero ir a vivir a Senegal.

Lo nuestro con el inglés es genético

Desde ayer y durante toda una semana vive en nuestra casa Diana, una niña de Bucarest de 13 años que ha venido en un intercambio del colegio por un proyecto de E rasmus + . Estoy tan absolutamente sorprendida de lo perfectamente bien que habla en inglés que esta mañana lo he estado comentando en el trabajo y he llegado a la conclusión no de que en España tengamos un profundo problema de aprendizaje de este idioma por el método de enseñanza, que lo tenemos, sino de que definitivamente nos falta el gen.